El encuentro entre el ministro de Exteriores José Manuel Albares y su homólogo marroquí durante la Semana Santa ha desatado una tormenta política en el seno del Ejecutivo por la soberanía del Sáhara Occidental.
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Desde Sumar, la reacción ha sido inmediata y contundente. Eva García Sempere, de Izquierda Unida, lo expresó sin rodeos: “Albares sigue haciendo seguidismo de los intereses expansionistas de Marruecos”. Para la izquierda confederal, el ministro no sólo está dando oxígeno a una propuesta “fracasada en 2007”, sino que está pisoteando el derecho internacional al respaldar una autonomía tutelada por Rabat que obvia el referéndum de autodeterminación reclamado por Naciones Unidas.
La crítica no se ha limitado a la forma en que se gestó el encuentro. El fondo —el giro diplomático unilateral iniciado por Sánchez en 2022— es lo que más escuece. Porque el PSOE no sólo ha cambiado su postura histórica, sino que lo ha hecho sin consultar a sus socios de Gobierno, sin someterlo a debate parlamentario y sin explicar públicamente las razones de ese cambio. “La posición del PSOE no es la del Gobierno de coalición progresista”, sentenció con claridad Lara Hernández, portavoz de Movimiento Sumar.
Más aún: la diputada saharaui Tesh Sidi, de Más Madrid, ha apuntado directamente al corazón del conflicto de intereses. “El mejor lobby de Marruecos en España se llama PSOE”, denunció. No es una frase cualquiera. Acusa a los socialistas de connivencia geoestratégica.
Pero más allá del ruido mediático y del cruce de declaraciones, lo que está en juego aquí es mucho más profundo. Se trata del papel que España quiere asumir en el tablero internacional. ¿Debe actuar como garante del derecho internacional o como socio preferente de la monarquía alauí? ¿Debe alinear su política exterior con los consensos amplios de la ciudadanía y de las resoluciones de la ONU, o con intereses comerciales y geopolíticos?
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Origen: La grieta saharaui resquebraja al Gobierno: Sumar arremete contra el PSOE por su apoyo a Marruecos