Mi nombre es Najla Mohamedlamin. Soy saharaui, nacida y criada en los campos de refugiados saharauis. Mi madre llegó a esos campos de refugiados cuando tenía 6 años.
Ahora es abuela y sigue viviendo aquí. Soy madre de dos hijos y vivo con muchos otros saharauis en esos cinco grandes campos de refugiados saharauis.

Soy activista por los derechos de las mujeres y el cambio climático y lo más importante defensora del derecho de mi pueblo a la liberación, y desde hace seis años dirijo un centro bibliotecario comunitario que da servicios educativos a las mujeres y los niños del campo de Esmara.

Hoy no solo lamentamos que hayan pasado 50 años desde que España nos abandonó, abriéndole la puerta a la invasión, la persecución y la ocupación marroquí. Han pasado 50 años desde aquel acuerdo que marcó mi vida y la de mis hijos hasta el día de hoy.
Un acuerdo que me obligó a vivir toda mi vida en campos de refugiados, viviendo de la ayuda humanitaria y residiendo en uno de los lugares más difíciles del planeta. Donde el cambio climático se siente con fuerza, con temperaturas superiores a los 50 grados y tormentas de arena y lluvia que prácticamente destruyen nuestras casas cada tres años. ¿Cómo sería nuestra vida si tal acuerdo nunca se hubiera producido? Quizás habría sentido esa atmósfera de libertad de la que siempre hablaba mi abuela. Disfrutando de la belleza de nuestra tierra natal y de la profunda conexión que la gente tenía con ella.

¿Cómo sería nuestra vida si tal acuerdo nunca se hubiera producido? Quizás habría sentido esa atmósfera de libertad de la que siempre hablaba mi abuela

También celebramos cincuenta años de resistencia, perseverancia, de mantener viva la esperanza y aprender el arte de la paciencia. Cincuenta años pagando el precio de la paz, confiando en que la liberación merece la pena incluso cuando tarda demasiado. Sabemos que la política es complicada, y que el camino hacia la justicia es largo y a veces desalentador, especialmente cuando se recorre por vías pacíficas y diplomáticas.

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