Por Mahayub Sidina – OPINIÓN
Madrid (ECS).- En los últimos días, la actualidad política en Marruecos, con telón de fondo cinematográfico, ha estado marcada por la polémica suscitada por la película, Zanga Contact, del realizador franco-marroquí Ismael El Iraqui.
La cinta producida el año pasado, y galardonada con el premio del festival de cine de Tánger, fue proyectada ya en 16 salas de cine del país. La pregunta que se hacen muchos observadores es: ¿porqué tanta algarabía ahora, después de más de un año de su presentación al público? Al parecer, parte de la banda sonora ha sido plagiado, voluntaria o involuntariamente, por el realizador.
La versión original es de la autoría y voz de la difunta Mariam Hasan, artista saharaui conocida por sus trabajos musicales, muy comprometidos con la heroica lucha de su pueblo contra la ocupación marroquí. Al menos, este es el pretexto avanzado por las autoridades marroquíes para justificar su interdicción.
A simple vista, la reacción del majzén, parece muy extraña y muy desproporcionada, por algo tan elemental como el fragmento de una canción que se ha colado en una película sin que nadie sepa como. Pues no. Desde el punto de vista del sistema, el asunto era mucho más serio, dado que el contenido de la misma se resume en estas tres breves frases: “no nos doblegaremos, no a la prosternación, no a la genuflexión”.
Y como el sistema político marroquí esta instituido sobre conceptos como la prosternación, la sumisión, el vasallaje, la genuflexión, los súbditos, el comendador de los creyentes, el fraude, la falsificación de la historia…etc., el régimen ha optado por una decisión tan drástica, para cortar de raíz cualquier intento que pueda poner en tela juicio dichos fundamentos medievales. Por cierto, algunas “democracias” europeas califican, cínica y erróneamente, dichas prácticas de “particularidad marroquí”.
La banda sonora podría haber pasado desapercibida si no fuese por el “celo” de los medios infeudados al régimen.
Pensándolo mejor, obviamente le han hecho un flaco favor a éste último y, en cambio, una gran publicidad a la propia película que, probablemente, se convertirá en una de las más taquilleras. No es el primer caso de la historia, ni será el último en que La censura despierte más curiosidad.
La gran paradoja de la prensa marroquí es su hipocresía, poca credibilidad y falta de ética. Su regla favorita es de dos pesos y dos medidas. El ruido suscitado, por la canción revolucionaria de Mariam Hasan, contrasta con el mutismo sepulcral observado después de la difusión, hace semanas, del video en el que se veía al sátrapa M6, ebrio y dando tumbos, en una calle, de marcha nocturna, en París. La desfachatez era tal que, para tapar el escándalo, algunos de esos medios casi “inventaban que el rey estaba en la Meca cumpliendo con el precepto islámico de la peregrinación”.
Resumiendo, si la voz de una difunta provocó tanto pánico y temblor en todas las esferas de un poder marroquí a la deriva, uno puede imaginar la amplitud de los estragos que podrían causarle los vivos, que siguen su camino, llegado el momento.
Origen: La voz de los difuntos hace temblar al régimen marroquí