Las huellas de España en el Sáhara y Sidi Ifni que el tiempo no ha conseguido borrar – El Debate

Las huellas de España en el Sáhara y Sidi Ifni que el tiempo no ha conseguido borrar – El Debate

España dejó una huella duradera en el Sáhara Occidental y Sidi Ifni, visible aún en el idioma, las ciudades y la memoria de sus habitantes

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A partir de la muerte de Franco en 1975, la historia es ya muy conocida, pero en este punto no podemos obviar la gran pregunta: ¿tras una permanencia española tan larga, aunque no siempre constante e intensa, en este territorio, se puede decir que aún pervive un cierto legado español?

En primer lugar, hay que hablar del idioma. El pueblo saharaui considera al español su segundo idioma oficial después del árabe. Su punto álgido fue en los setenta, cuando lo dominaban más de 16.000 personas de unas 70.000 dispersas por todo el territorio, debido a las políticas educativas y a la integración de muchos saharauis en puestos administrativos. Gran parte de los saharauis mantiene en la actualidad el español como segundo idioma.

También se mantienen las principales infraestructuras, los puertos y el diseño de las ciudades, aunque la mayoría de los fuertes y edificios históricos han desaparecido. Pedro Fernández Barbadillo, en su artículo La huella borrada de España en Marruecos y el Sáhara, señala las pocas que han sobrevivido desde la salida de España. En Ifni se mantiene, además de la estructura de la ciudad, el edificio de la pagaduría militar inaugurado en 1938 y luego reconvertido en consulado hasta su cierre.

También se conserva la iglesia y el edificio del Gobierno General, usado en la actualidad por las autoridades marroquíes. Algunos cuarteles, como el de Tiradores de Ifni, y algunos hospitales y escuelas. Sin embargo, la plaza de España es en la actualidad la plaza de Hassán II y se retiró el pedestal con el busto del coronel Oswaldo Capaz. También se encuentran en Tarfaya, en la laguna litoral de Naila, los restos arqueológicos de Santa Cruz de la Mar Pequeña, aunque medio enterrados en la arena.

En El Aaiún se mantiene la catedral de San Francisco de Asís, del arquitecto Diego Méndez, construida en 1954, y, a su vera, el casino español, en donde se celebraban bailes y se proyectaban películas de cine. El antiguo parador nacional de turismo de 1968 es hoy en día un hotel, considerado el mejor de la ciudad, y también permanecen en activo algunos cuarteles, hospitales y escuelas.

En La Güera, frontera con Mauritania en Cabo Blanco, los restos españoles están siendo sepultados por la arena. En Villa Cisneros, el fuerte español, el más antiguo del Sáhara, fue derribado por Marruecos; sin embargo, se mantiene abierta la iglesia del Carmen. Al parecer, se pensaba destruirla también, pero la fuerte oposición local hizo que finalmente se respetase.

Muy posiblemente, generaciones futuras de marroquíes y saharauis lamentarán la destrucción de muchos de estos edificios que, guste o no, forman parte de la historia de los tres pueblos. Al igual que los españoles actuales nos lamentamos de la destrucción de Medina Azahara y de todos los grandes edificios que musulmanes o cristianos destruyeron en Al-Ándalus, y nos congratulamos de aquellos otros que, como la Alhambra de Granada o la Mezquita-Catedral de Córdoba, han pervivido.

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