FOTO: Una mujer con una pancarta en la que se lee «libre» durante la marcha final en España por la Libertad del Pueblo Saharaui. Imagen de archivo. Europa Press

A veces David vence a Goliath. La sentencia emitida por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea este viernes, que anula los acuerdos de pesca entre la UE y Marruecos por incluir las aguas del Sáhara Occidental, es un buen ejemplo de ello. Hacía falta. Precisamente ahora, cuando el mundo parece sucumbir a la oscuridad y la sinrazón, un destello de luz; un golpetazo de Derecho Internacional que nos recuerda que la razón permanece a los sátrapas y gobiernos de turno, que el mundo es mejor cuando se regula en base a unas normas que los poderosos tienen que respetar.

La sentencia es muy relevante no solo por lo que dicta con respecto a la pesca y en contra del expolio de los recursos naturales del pueblo saharaui, sino también por el contenido político implícito que tiene. En primer lugar, el escrito emanado del mayor órgano jurisdiccional de la UE recuerda que el Sáhara Occidental es un territorio no autónomo, es decir, que es un territorio diferenciado de Marruecos. Al pronunciarse Luxemburgo, acaba con la tesis expansionista del monarca Mohamed VI y el Gobierno marroquí, quienes defienden la marroquinidad del Sáhara Occidental. La presencia de Marruecos en el territorio solo es, por lo tanto, un ocupación. Por cierto, una ocupación violenta y sangrienta que se perpetúa gracias a un férreo control militar, una cruel política de desplazar colonos marroquíes a los territorios ocupados y la violación sistemática de los derechos más elementales de la población saharaui.

El tribunal europeo también reconoce que, para llegar a un acuerdo que implique a los recursos del Sáhara Occidental, se tiene que contar con el consentimiento del pueblo saharaui al cual hay que consultar. Es decir, vuelve a referirse a que el territorio del Sáhara pertenece a los saharauis, por lo que la presencia marroquí es fruto, de nuevo, de una ilegal ocupación. Y no solo eso, en esta afirmación dota al pueblo saharaui de identidad política, le otorga la capacidad de decidir sobre su territorio. En otras palabras, la Justicia Europea reconoce el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui. Un derecho, por cierto, que cita explícitamente el tribunal en su comunicado.

En otro orden de cosas, el TJUE hace otra identificación de alto contenido político. Reconoce la validez de la demanda interpuesta por el Frente Polisario porque acepta a este movimiento de liberación nacional como el interlocutor válido del pueblo saharaui. Para materializar este reconocimiento se basa en que el Polisario es quien representa a este pueblo ante las Naciones Unidas, marco donde se llevan a cabo las negociaciones que deberían servir para culminar el proceso de descolonización de este territorio no autónomo, la última colonia de África.

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