La asociación segoviana amiga de la antigua región española pide respuestas a un problema enquistado y repasa la experiencia de los niños del programa Vacaciones en Paz
Mbarca huyó de la guerra. Su hija, Mantu, fue una de las primas niñas saharauis en llegar a Segovia, en 2002, y su hijo Matala llegó hace diez días a Segovia. El pueblo que un día fue provincia española va acumulando generaciones en el exilio cuatro décadas después porque los bisabuelos de Matala fueron los primeros en hacer las maletas. Los niños desembarcan cada verano en la avenida del Acueducto, punto neurálgico donde exponen sus jaimas como muestrario de su precaria pero orgullosa vida en el desierto. La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Segovia les da un respiro estival desde 1997 y apoya su causa.
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