Los personajes clave de la diplomacia de Marruecos: Un aparato diplomático al servicio de la ocupación

Los personajes clave de la diplomacia de Marruecos: Un aparato diplomático al servicio de la ocupación

Por la Plataforma “No te olvides del Sáhara Occidental”
Basado en la lectura del artículo de Africa Intelligence: NASSER BOURITA, SEUL MAÎTRE À BORD DE SON MINISTÈRE

La política exterior de Marruecos vive bajo una dirección tan centralizada como opaca. Lo que Africa Intelligence describe como el “reinado absoluto” de Nasser Bourita al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores revela en realidad la naturaleza autoritaria y propagandística del aparato diplomático marroquí, un entramado donde el poder personal, la lealtad al Palacio y la manipulación internacional sobre el Sáhara Occidental se entrelazan en una misma estrategia.

Un ministro convertido en virrey

Nasser Bourita, que cumplió en abril ocho años al frente del ministerio, se ha convertido en un hombre clave del majzén, el núcleo duro del poder real. Su longevidad en el cargo le ha permitido —como confirma Africa Intelligence— moldear el ministerio a su medida, rodearse de consejeros personales y dejar vacantes cargos esenciales que, en cualquier diplomacia moderna, garantizarían la transparencia y el equilibrio institucional.
Desde 2018 no se ha designado un secretario general en el ministerio, lo que convierte a Bourita en el único centro de decisión. En lugar de una política exterior colegiada, Marruecos se rige por la diplomacia de un solo hombre: la que se dicta desde el Palacio y se ejecuta bajo su mando.

Una diplomacia para sostener la ocupación

Lejos de responder a una agenda de cooperación o desarrollo, la diplomacia marroquí se ha convertido en una maquinaria al servicio de un único objetivo: legitimar la ocupación del Sáhara Occidental.
Cada embajada, cada visita oficial y cada foro internacional se transforman en escenarios donde se intenta imponer el “plan de autonomía” —una propuesta que la ONU nunca ha aceptado y que pretende sustituir el referéndum de autodeterminación.
Según la investigación de Africa Intelligence, Bourita actúa bajo la tutela directa de Taïeb Fassi-Fihri, consejero real y arquitecto de la política exterior del majzén, quien supervisa de manera informal las relaciones diplomáticas vinculadas al conflicto saharaui. Ambos forman la dupla más influyente de la diplomacia marroquí, encargada de coordinar el lobby internacional a favor de la soberanía ficticia que Rabat reclama sobre el Sáhara Occidental.

África: el terreno de la manipulación

Desde la creación de la Agencia Marroquí de Cooperación Internacional (AMCI), el embajador Mohamed Methqal se ha convertido en el “consejero en la sombra” de Bourita para todo el continente africano. Presente en Addis Abeba, Tokio o cualquier cumbre donde se hable de desarrollo africano, Methqal no actúa como diplomático neutral, sino como propagandista de la narrativa marroquí.
Su misión es clara: comprar apoyos en la Unión Africana mediante acuerdos de formación, becas o proyectos de cooperación que buscan arrancar pronunciamientos de países vulnerables o dependientes económicamente. No es cooperación; es diplomacia de chequera.

En paralelo, Rabat mantiene sin cubrir desde hace años cargos clave en su estructura africana, como la dirección de Asuntos Africanos. No es un descuido administrativo, sino una decisión política: los verdaderos contactos se manejan fuera de los canales oficiales, en la red paralela del Palacio y sus consejeros.

América Latina: la nueva frontera del lobby marroquí

El artículo de Africa Intelligence confirma también la expansión del lobby marroquí en América Latina, donde Fouad Yazourh, exembajador en Argentina y actual director de relaciones bilaterales, ha asumido un papel central. Yazourh, mano derecha de Bourita, conoce bien la región y sus debilidades: gobiernos inestables, dependencias financieras y fracturas ideológicas que Rabat explota para ganar simpatías.

Durante la Asamblea General de la ONU celebrada en septiembre, Yazourh acompañó a Bourita en una ronda de reuniones con los cancilleres de Surinam, Argentina, Paraguay y Panamá. Poco después, el ministro panameño de Exteriores, Javier Martínez-Acha Vásquez, anunció su apoyo al plan de autonomía marroquí, una “coincidencia” que ilustra la efectividad de esta diplomacia transaccional.
Cada apoyo latinoamericano al plan marroquí es fruto de una operación de influencia en la que se mezclan acuerdos de cooperación, promesas de inversión y el trabajo de consultoras internacionales contratadas por Rabat.

La diplomacia del lobby y la propaganda

La supuesta “modernización” de la diplomacia marroquí no es más que una sofisticación de su sistema de propaganda.
Rabat cuenta con una red internacional de bufetes, agencias de comunicación y empresas de lobby —como Brownstein Hyatt en Estados Unidos o Jeune Afrique Media en Europa— encargadas de fabricar un relato favorable a la ocupación.
Mientras tanto, en los territorios ocupados, los periodistas saharauis son encarcelados, la prensa extranjera es expulsada y la MINURSO sigue sin mandato para observar violaciones de derechos humanos.
Marruecos gasta millones en imagen exterior, pero reprime cualquier voz crítica dentro de sus fronteras o en el Sáhara Occidental.

Un aparato diplomático al servicio de la ocupación

La diplomacia marroquí no construye puentes, sino muros. Mientras Rusia reafirma en la ONU la vigencia del derecho internacional y Argelia defiende la descolonización, Rabat multiplica sus maniobras para introducir su plan en la próxima resolución del Consejo de Seguridad sobre la MINURSO.
El viaje de Bourita a París los días 22 y 23 de octubre —revelado por Africa Intelligence— será un nuevo intento de Francia y Marruecos de forzar una resolución que legitime la ocupación bajo el disfraz de la autonomía.

Pero los hechos son claros: Marruecos no busca una solución justa, sino una victoria política. Su diplomacia no defiende la paz, sino la impunidad.
Detrás de los salones dorados del ministerio y las fotos oficiales en Nueva York o París, lo que se esconde es un Estado que usa la diplomacia como arma de ocupación.

En resumen, Nasser Bourita y su red de fieles —Methqal, Yazourh, Fassi-Fihri— personifican el rostro de una diplomacia sin diplomacia: vertical, autoritaria y construida sobre la mentira.
Mientras el pueblo saharaui resiste en los campamentos y el Ejército de Liberación Popular Saharaui mantiene viva la lucha, Marruecos invierte en propaganda, lobbies y falsas alianzas.
A 50 años de la Unidad Nacional Saharaui, el contraste es evidente: una diplomacia de ocupación frente a una causa de liberación.