Al pasar por Poitiers en el marco de una marcha activista de 2.000 kilómetros, Claude Mangin denunció la detención de su marido, Naâma Asfari, encarcelado en Marruecos desde 2010. Su visita a Vienne, apoyada por la Liga de Derechos Humanos, provocó feroces protestas de miembros de la comunidad marroquí local.
En Poitiers, la llegada de Claude Mangin no pasó desapercibida. El 7 de abril, la activista comprometida con la causa saharaui se detuvo en la Maison de la Gibauderie. Allí instaló una exposición y dirigió un encuentro con el público sobre su lucha por la liberación de los presos políticos saharauis. Una de las muchas etapas previstas en su “Marcha por la Libertad” que comenzó en Ivry-sur-Seine. Pero su visita también reavivó las tensiones en torno a la cuestión del Sáhara Occidental.
Un territorio en disputa durante casi cincuenta años
El Sáhara Occidental, antigua colonia española, es un territorio situado al sur de Marruecos, al norte de Mauritania. Desde la salida de España en 1975, está reclamado por Marruecos, que controla la mayor parte, mientras el Frente Polisario, apoyado en particular por Argelia, hace campaña por la independencia del territorio. En 1991 se firmó un alto el fuego negociado por la ONU, con la promesa de un referéndum de autodeterminación que nunca se celebró. Desde entonces, las tensiones han persistido. El conflicto, a menudo calificado de «congelado», experimenta brotes ocasionales de violencia y mantiene a miles de saharauis en la incertidumbre política y social.
Una marcha de 2.000 kilómetros
Desde el 4 de marzo, Claude Mangin recorre las carreteras de Francia con un objetivo muy concreto: llegar a Kenitra, en Marruecos, la ciudad donde su marido, Naâma Asfari, se encuentra detenido desde 2010. Activista saharaui y miembro del Frente Polisario, Naâma Asfari fue detenida al margen del desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik, considerado por algunos observadores como uno de los detonantes de la Primavera Árabe. Fue condenado a treinta años de prisión, tras un juicio impugnado por varias ONG internacionales.
«Fue torturado, juzgado a partir de confesiones arrancadas, en un tribunal militar que no tenía por qué juzgarlo», denuncia Claude Mangin. Lleva catorce años encerrado. » A lo largo de los años, ha participado en numerosas movilizaciones para denunciar las condiciones de detención de su marido y otros presos saharauis. Pero esta marcha adquiere una dimensión más personal: «Ya no tenía fuerzas para permanecer impasible. Quería transformar mi dolor en una acción visible y contundente para romper el silencio».
Una lucha por los derechos humanos
En el interior, Claude Mangin continúa su misión a pesar de todo: «Intento explicar por qué marcho, por qué la situación de los presos saharauis merece ser conocida». Lo hace, en particular, a través de una exposición instalada en el lugar, que recorre la historia del Sáhara Occidental, sus problemas geopolíticos y la represión sufrida por algunos activistas.
El territorio del Sáhara Occidental, situado al sur de Marruecos y al norte de Mauritania, está en el centro de un conflicto de larga data. Marruecos reivindica este territorio mientras que el Frente Polisario, apoyado en particular por Argelia, llama a un referéndum de autodeterminación. La comunidad internacional sigue dividida entre ambos bandos y la situación sigue estancada.
“Hablamos muy poco de esta región”, lamenta Claude Mangin. Aún así, hay allí gente que está sufriendo. Mi marido es uno de ellos. Pero hay otros, como Mohamed Bourial o Sidahmed Lemjayed. Son nombres que nunca escuchas en los medios.
A pesar de estar involucrado durante mucho tiempo, Claude Mangin sigue teniendo una visión clara del impacto de sus acciones. No hago esto para que me aplaudan. Lo hago porque es mi marido, porque es insoportable saber que está en prisión sin hacer nada. Pero no quiero convertirme en un icono.
También dice comprender las reacciones hostiles: «No quiero que la gente se sienta atacada. Pero lo que denuncio son hechos. No es contra el pueblo marroquí, es contra un sistema de represión».
Poitiers, una etapa tensa
Poitiers fue la cuarta ciudad de parada de esta marcha, después de Ivry, Orleans y Tours. Pero la recepción allí fue particularmente tensa. El lunes 7 de abril, una veintena de manifestantes se reunieron frente a la casa de Gibauderie para denunciar la llegada del activista. Miembros del colectivo de la comunidad marroquí y franco-marroquí de Poitiers denuncian una “explotación política” de un caso judicial.
Las tensiones estallaron brevemente dentro del establecimiento, antes de que los líderes del centro comunitario y la Liga de Derechos Humanos pidieran a los miembros del colectivo que se marcharan con calma. Sin embargo, al otro lado de la puerta se produjeron algunos intercambios acalorados. Como medida de precaución, incluso lo cerraron durante varios minutos. Claude Mangin también intenta desafiar a los funcionarios electos sobre este tema. Solicitó reuniones con los alcaldes de Poitiers y Tours, lamentablemente sin respuesta.
Un mensaje en el camino
Se espera que la marcha dure unos tres meses. Después de Poitiers, Claude Mangin se dirigió a Angulema. Luego se dirige al sur, a Francia, antes de intentar cruzar la frontera marroquí, aunque no hay garantía de que pueda entrar. En los últimos años, la han rechazado en varias ocasiones en el aeropuerto de Rabat.
«Caminaré hasta el final, incluso si no puedo ver a Naama», dice. Esta marcha es por él, pero también por todos los saharauis presos y olvidados. Si puedo hacer un poquito de ruido, abrir algunas conciencias, entonces será algo. »
Origen: Claude Mangin, en marche pour la liberté des prisonniers sahraouis | RCF Poitou Vienne