Rbab al Tarad Yahi, de 27 años, sufrió un aborto la semana pasada mientras permanecía junto a su hija de año y medio y separada de su marido en la sala de inadmitidos del aeropuerto de Barajas. Los agentes ni siquiera permitieron que pasara toda la noche en el hospital al que fue trasladada, en contra de la recomendación médica. Ahora, los tres miembros de la familia se enfrentan a una deportación inminente a Marruecos tras rechazar el ministerio del Interior el reexamen solicitado por su equipo legal.

Fuentes de su entorno han denunciado este lunes a El Independiente que el departamento que dirige el socialista Fernando Grande-Marlaska han programado su vuelo de regreso a Marruecos el próximo jueves. Solo la vía judicial o una movilización popular pueden parar una orden de expulsión en mitad del temor a que sufran represalias cuando regresen a los territorios ocupados del Sáhara Occidental, la ex provincia española bajo yugo marroquí desde 1976.

La mujer, embarazada de unas semanas, sufrió un aborto durante su estancia en el aeropuerto. Según denuncia, el médico recomendó que pasara la noche en el Hospital Universitario La Paz, donde fue sometida a un legrado. La policía se negó en rotundo, según su testimonio, y fue llevada de vuelta a las instalaciones del aeropuerto madrileño.

Interior español ha rechazado su solicitud de protección internacional a pesar de que otros miembros de su entorno familiar se hallan actualmente asilados en Francia. Mohamed Ali Mohamed Slimani, de 34 años aterrizó el pasado lunes en Barajas acompañado de su esposa Rbab al Tarad Yahi, de 27 años, y la hija de ambos, Aziza, de año y medio. El matrimonio había tomado un avión en Marrakech, ciudad a la que se habían desplazado desde El Aaiún, capital del Sáhara Occidental.

La familia fue separada tras solicitar protección internacional. La mujer fue trasladada a la sala de inadmitidos de la Terminal 4 con la niña de año y medio, mientras que su marido fue trasladado a la de la Terminal 1.

Su deportación inminente se suma a la expulsión este domingo de Mohamed Bachir, un joven saharaui que llevaba 23 días retenido en el aeropuerto de Barajas. El ministerio del Interior le denegó repetidamente, hasta en cuatro ocasiones, la solicitud de protección internacional tras asignarle un intérprete marroquí, ignorando la recomendación del Defensor del Pueblo, y a pesar de la denuncia de que su testimonio había sido alterado por el traductor. El domingo a última hora fue deportado en un vuelo hacia Casablanca a pesar del riesgo de volver a Marruecos para su propia integridad física.

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