(…) El rey de Marruecos ejerce un poder absoluto en la economía y política de su país. La sociedad civil marroquí es inexistente y vive en medio de una represión total. El caso del vendedor de pescado Mouhcine Fikri, del activista Nasser Zafzafi y el movimiento 20 de febrero nos enseñan que no hay lugar para la disidencia en este país.
No podemos confiar nuestras relaciones a los caprichos de un sistema político que no admite la libertad de sus ciudadanos. La comparsa que intenta hacer el parlamento y los partidos políticos es nula ante la intervención del palacio real en todos los asuntos cruciales. No se puede sacrificar el futuro de un país en un conflicto militar en el Sahara Occidental. Despreciar el referéndum y buscar como solución una autonomía dentro de una monarquía absoluta, es una ecuación imposible que nos llevará hacia un escenario apocalíptico.
Marruecos tensa las cuerdas con sus vecinos, intenta asediar las ciudades de Ceuta y Melilla, ocupa ilegalmente buena parte del Sahara Occidental, amenaza a Mauritania con ocupar la ciudad saharaui de Lagüera y mantiene la frontera cerrada con Argelia. Todos estos hechos nos llevarán a una mayor escalada, cuyas consecuencias son incalculables.
Marruecos, Ceuta y el Sáhara Occidental https://t.co/SsJIsACaLb Mi artículo de opinión en la Agencia Internacional Pressenza sobre la crisis de Ceuta y el Sahara Occidental.
— Ali Salem Iselmu (@IselmuAli) May 20, 2021
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