Marruecos en el Sahel: entre la ilusión panafricana y las realidades ocultas

Marruecos en el Sahel: entre la ilusión panafricana y las realidades ocultas

La máscara de Marruecos en el Sahel: entre la ilusión panafricana y las realidades ocultas – dzpatriots

Hay narrativas que repetimos sin cesar, lemas que enarbolamos como banderas para seducir, volver a seducir, hasta que la mentira casi se convierte en verdad. Marruecos se ha consolidado en los últimos años como un supuesto campeón del panafricanismo, multiplicando gestos diplomáticos, visitas reales y acuerdos económicos en el África subsahariana. Pero detrás de esta fachada cuidadosamente cuidada, ¿qué esconde realmente esta estrategia de influencia? ¿Cómo puede un reino con una política exterior tan ambigua pretender encarnar las aspiraciones más profundas del continente africano, y en particular del Sahel?

La sombra marroquí sobre el Sahel

Los países del Sahel, azotados por el terrorismo durante más de una década, recurren a diversos socios con la esperanza de estabilizarse. Entre ellos, Marruecos, que se ha convertido en un interlocutor regional, afirma ofrecer su experiencia, su apoyo, su «solidaridad africana». Pero ¿no resulta paradójico, incluso cínico, ver a Rabat desempeñar el papel de salvador de un mal del que, según varios observadores, es uno de los arquitectos ocultos?

¿Cómo podemos explicar el surgimiento y la persistencia de grupos terroristas como MUJAO sin mencionar los opacos circuitos financieros que los alimentan? El tráfico de drogas, en particular de hachís marroquí que transita por África Occidental, es una de las principales fuentes de financiación de estas organizaciones. Sin estos flujos, los grupos armados no tendrían ni la logística ni la resistencia para sembrar el terror desde Gao hasta Uagadugú. ¿Y quién controla estos circuitos? ¿Qué intereses estatales los protegen o manipulan? Todas las miradas se dirigen inevitablemente hacia el noroeste.

La acusación contra Argelia o el Polisario en la creación del MUJAO no resiste la prueba de los hechos. El brutal asesinato del vicecónsul argelino en Gao, Tahar Touati, y el de Boualem Saïes, cónsul argelino, en 2012, recuerda a quienes dudan de la implicación directa de estos grupos contra Argelia que éste no es su cómplice, sino su objetivo. Argelia, lejos de intrigas, ha forjado dolorosamente una verdadera experiencia en la lucha contra el terrorismo, que realizó en solitario, sin apoyo exterior, y que sigue realizando con firmeza y coherencia.

El turbio juego de Rabat

Mientras tanto, Rabat avanza con sus peones. Empresas marroquíes –en realidad, entidades de propiedad francesa que operan bajo una fachada local– se están instalando en Abiyán, Dakar y Bamako. Bajo el disfraz de la cooperación Sur-Sur, se está desplegando una agenda mucho más neocolonial. Las decisiones se toman en París, pero su ejecución se confía a una vitrina marroquí que da una ilusión de autonomía africana. Ya no es el colonizador de ayer, sino su astuto sucesor, disfrazado de socio africano.

La historia también acusa. No debemos olvidar los vínculos del rey Hassan II con el régimen del apartheid en Sudáfrica, ni la participación directa de Marruecos en el asesinato del líder congoleño Patrice Lumumba. Incluso hoy, los discursos panafricanistas de Marruecos resuenan como una disonancia cínica frente a la realidad de sus alianzas, sus acciones y sus decisiones diplomáticas.

Una junta maliense tomada como rehén

La situación en Mali ilustra esta estrategia marroquí con preocupante claridad. Aislada en la escena internacional y minada por una legitimidad precaria, la junta en el poder en Bamako busca desesperadamente apoyo. Marruecos, acompañado de los Emiratos Árabes Unidos, le tiende la mano. ¿Pero a qué precio? El de alinearse con una agenda que nada tiene que ver con las aspiraciones del pueblo maliense. La de una nueva forma de sumisión, donde los intereses nacionales se sacrifican en el altar de la precaria supervivencia política.

Es hora de que la gente elija

Hoy en día, corresponde a los pueblos del Sahel, y en particular a los malienses, abrir los ojos ante el engaño que tiene lugar en sus capitales. Llegará el momento –esperemos que no demasiado tarde– en que la verdad atravesará el velo de la manipulación y la gente podrá distinguir a los aliados sinceros de los impostores imperialistas. África necesita solidaridad, sí, pero una solidaridad verdadera, basada en la justicia, el respeto a la soberanía y la lucha común contra toda forma de interferencia.

Marruecos, al envolverse en el manto del panafricanismo, no hace más que desempeñar un papel. Pero como en cualquier tragedia bien escrita, la máscara siempre cae.


Por Belgacem Merbah

Origen: La máscara de Marruecos en el Sahel: entre la ilusión panafricana y las realidades ocultas