Hace cuatro años, Rabat celebraba la sumisión de Pedro Sánchez al plan de anexión total del Sáhara Occidental ocupado, apoyado por EEUU y Francia. Sin embargo, al cumplirse hoy el 49º aniversario de la República Árabe Saharaui Democrática, la causa se fortalece
Por Mariano Vázquez | La pandemia mundial de COVID-19 marcó a fuego al planeta. Para el reino de Marruecos, representó una oportunidad para atacar al pueblo saharaui, a quien consideraba debilitado por las restricciones sanitarias impuestas a nivel global. Por ello, en noviembre de 2020 violó el alto al fuego aprobado en 1991 por la ONU obligando al Frente Polisario, el movimiento nacional de liberación del pueblo saharaui, a defenderse. Desde entonces, se libra una guerra, palmo a palmo, a lo largo del muro más largo del mundo (2720 kilómetros), que divide el Sáhara Occidental ocupado del territorio liberado. El intercambio bélico que inició Rabat, pensando que sería rápido e indoloro, hoy se ha convertido en un dolor de cabeza. Las Unidades del Ejército de Liberación Popular Saharaui (ELPS) demuestran a diario su eficacia en la batalla.
Entre mayo y junio de 2021, el celular del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, fue atacado por el programa de espionaje israelí Pegasus. Dos años después, la Comisión del Parlamento Europeo que investigó el caso consideró “plausible” que Marruecos estuviera tras el espionaje. Las fechas de la infección del teléfono del mandatario no son casuales: en mayo de 2021, el país magrebí envió masivas olas de migrantes a la frontera con Ceuta, y la policía local recibió la orden de facilitar esta situación. Cerca de 10.000 personas alcanzaron territorio español. El rey Mohamed VI extorsionaba así a Sánchez con el objetivo de que cambié la posición histórica de España respecto al Sáhara Occidental.
Y lo logró: el 14 de marzo de 2022, el jefe de gobierno español envió una carta a su par marroquí en clara contravención a la posición de las Naciones Unidas, que considera al Sáhara Occidental “un territorio no autónomo bajo supervisión del Comité Especial de Descolonización de la ONU”. La breve misiva mostraba la claudicación de Sánchez: “Reconozco la importancia que tiene la cuestión del Sáhara Occidental para Marruecos y los esfuerzos serios y creíbles, en el marco de Naciones Unidas, para encontrar una solución mutuamente aceptable. En este sentido, España considera a la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”.
A pesar de que el contenido de la carta era confidencial, la Casa Real marroquí la hizo pública cuatro días después, mostrando que la palabra no abunda en esos ostentosos pasillos. La XII Reunión de Alto Nivel entre Marruecos y España se celebró en Rabat el 2 de febrero de 2023. Mohamed IV ni siquiera se dignó a participar. En su lugar, lo hizo Aziz Akhannouch, jefe del gobierno marroquí. Sánchez fue muy dadivoso: ofreció duplicar la financiación a su aliado, llevando la asistencia a los 800 millones de euros, y dejó una ofrenda floral en la tumba de Hassan II, el padre del actual monarca, responsable de la invasión al Sáhara Occidental y quien ordenó bombardear con napalm y fósforo blanco al pueblo saharaui en febrero de 1976. Parte de esta trágica historia ha sido contada por la periodista y vicepresidenta de Reporteros sin Fronteras, Ebbaba Hameida, en su libro, «Flores de papel».
En diciembre de 2020, Donald Trump dio un paso similar al de Sánchez: “Marruecos reconoció a Estados Unidos en 1777. Es, por tanto, apropiado que nosotros reconozcamos su soberanía sobre el Sahara Occidental”, sostuvo. Pasado el tiempo, Rabat duda que el Trump de hoy sostenga el compromiso de hace cinco años. El tercer país con un ADN colonial, como Estados Unidos y España, que explicitó su apoyo al plan de autonomía para la región del Sahara Occidental bajo la soberanía marroquí, fue Francia. La última acción infame del gobierno de Macron ocurrió la semana pasada con la visita de la ministra francesa de Cultura, Rachida Dati, a las ciudades ocupadas de Dajla y El Aaiún. Una provocación que viola leyes internacionales y pretende legitimar la ocupación.
Además, España, Estados Unidos e Israel son los principales proveedores de armas a la dictadura marroquí, lo que implica apoyar militarmente la ofensiva en territorio saharaui.
¿Cuál es el juego de Rabat en el mundo árabe? Una pista nos la da el activista y escritor saharaui Taleb Alisalem:
“Marruecos se convierte en el primer país árabe en recibir a un miembro del gobierno israelí después de la masacre cometida en Gaza. La ministra de transporte israelí vista Marruecos donde fue recibida con honores hoy en Marrakech. De ocupante a ocupante y tiro porque me toca”
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