El episodio más ilustrativo de la deriva de Marruecos sucedió hace unas semanas. Quien durante décadas había sido uno de los suyos, el ex ministro de Derechos Humanos Mohamed Ziane, fue detenido en su bufete de Rabat y enviado a la cárcel. Tiene 80 años y sufre ahora el castigo por sus dardos contra Mohamed VI, a quien le recomendó abdicar en una entrevista a El Independiente que levantó polvareda al otro lado del Estrecho.

Su caso no resulta aislado en el país vecino, aficionado al espionaje de la oposición y convertido en una cárcel para cualquier disidencia. “Lo de Ziane, ministro bajo Hasán II y conocido por su feroz represión, confirma el retorno de los años más oscuros”, señala a El Independiente Hicham Mansouri, periodista de investigación marroquí exiliado en Francia. “Ziane llegó a declarar que incluso bajo Hasán II no experimentamos estas prácticas ‘sucias’, como los cargos por supuesto vicio y difamación, y que existía un mínimo de ‘dignidad’ entre sus hombres”, desliza el reportaje.

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