Por Lehbib Abdelhay
Madrid (ECS). – Hoy, el régimen marroquí, además de otros problemas, enfrenta dos principales retos a nivel político, en primer lugar el impacto externo por la ocupación del Sáhara Occidental, unánimemente rechazado tras la campaña que acompañó los Acuerdos de Abraham (normalización Israel – Marruecos), y en segundo lugar; el impacto interno por la crisis socioeconómica, amenazando con una fragmentación total en un país autócrata que ya mantenía altos índices de desproporción social.
Pero, ¿Qué hace que el Palacio Real marroquí (Majzén) arriesga hasta el punto de abrir graves crisis diplomáticas con sus socios tradiciones? En tan sólo dos años, Rabat se ha colocado en el centro de la atención internacional cuatro veces y de una manera tan vergonzosa.
Después de Mauritania, le ha tocado el turno a Túnez. El régimen marroquí sigue molestándose con todo aquel que trate de cumplir con el derecho internacional. La continua ocupación marroquí de la República Saharaui se erige cada vez más en el horizonte como la verdadera y única fuente de tensiones en la región causante de tantos enfrentamientos, y en consecuencia, el obstáculo que impide la integración y normal desarrollo económico, político y social del bloque del Magreb, así como un elemento que altera las relaciones bilaterales de Marruecos con otros estados, a los que amenaza y chantajea a cambio de su silencio respecto a su ilegal ocupación. Los vecinos más directos; Argelia, España y Mauritania ya han sufrido los pataleos diplomáticos y acciones hostiles de un estado paria que insiste contra toda lógica jurídica en legitimar su ocupación militar que ningún país le reconoce. De la enérgica reacción irracional marroquí amenazando a un estado soberano como lo es Túnez por acoger al presidente saharaui, se revelan profundas heridas en Rabat en torno a la cuestión del Sáhara Occidental.
La reanudación de la guerra en el Sáhara Occidental tras la invasión marroquí en El Guerguerat, sur de la República Saharaui, impuso un nuevo status quo en el conflicto, si antes dependíamos de la aletargada acción onusiana para desestancar el conflicto, con el reestallido de la guerra tenemos la variable de la impredecibilidad e incertidumbre que tantas pesadillas provoca en el seno de los regímenes dictatoriales debido a su intrínseca inestabilidad. Ciertamente, la guerra ha abierto una nueva dimensión otorgando así una nueva oportunidad a la comunidad internacional para reparar los errores del pasado y aplicar lo dispuesto en las resoluciones para concluir la descolonización del mayor territorio no autónomo del mundo y la última colonia africana, el Sáhara Occidental. El apetito expansionista de un régimen anacrónico que se mantiene contra viento y marea es incompatible con las obligaciones de un estado sujeto del derecho internacional. En este sentido cabría recordar que según una resolución de la ONU de 1979, Marruecos es la potencia ocupante del Sáhara Occidental, siendo autor de un crimen internacional en curso, además Marruecos violó la carta de las Naciones Unidas al negar el derecho del pueblo saharaui a decidir libremente su futuro, violó el acuerdo de la Unión del Magreb Árabe de 1989 que estipulaba la realización de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental, y es el mismo Marruecos el que también violó los acuerdos del alto el fuego firmados en 1991 con el Frente POLISARIO auspiciados por la ONU, y por último pisotea innumerables derechos humanos. ¿No se están dando las condiciones adecuadas para que la comunidad internacional recurra a instrumentos de presión políticos, económicos y comerciales contra Marruecos como solicitó el Parlamento Europeo en 1994 para que cumpla con sus obligaciones internacionales en el Sáhara Occidental?
La invasión marroquí de Ceuta con 10 mil ciudadanos
Hace un poco más de un año, el gobierno marroquí manipuló a miles de marroquíes desafortunados y los envió a invadir a los enclaves españoles de Ceuta y Mellila. No solo enfureció a su principal socio económico, España, sino que enajenó a toda la Unión Europea, que se mostró totalmente solidaria con Madrid y que además, en una resolución del Parlamento Europeo, calificó la invasión de Ceuta como una agresión contra toda Europa, y ha pedido a Rabat que deje de utilizar a los niños como arma política en sus momentos más débiles.
Un poco después, el polémico embajador de Marruecos en las Naciones Unidas, Omar Hilale, distribuyó un documento oficial en el que anunciaba que su país había decidido apoyar “la autodeterminación de la Cabilia”, una región de Amazigh del norte de Argelia.
La decisión ha sido muy criticada y fue calificada por el gobierno de Argelia como una grave provocación cuya gravedad levantó sospechosas hasta en la propia ONU, especialmente desde que tuvo lugar dentro de los confines del organismo internacional, cuya principal misión es velar y proteger a los Estados miembros. Pero sobre todo una declaración de guerra contra un Estado vecino que, por las circunstancias, ha demostrado a lo largo de los años su sabiduría y no ha tomado nunca decisión que pueda llegar a ser irreparable. Las aventuras, o desventuras, de la monarquía alauí no terminan ahí.
El escándalo Pegasus: espiar a periodistas, activistas de DD.HH y presidentes de países europeos como Francia y España
Aquí Rabat está envuelta hasta las orejas en un escándalo mundial. El régimen de Mohamed VI adquirió en el año 2018 el todopoderoso software espía Pegasus de la firma israelí NSO, gracias al cual Rabat espió a más de 6.000 argelinos, entre periodistas, políticos, altos funcionarios y líderes de partidos políticos. También espió el teléfono de Pedro Sánchez, varios de sus ministros y periodistas españoles. La operación fue descubierta y denunciada por un consorcio internacional compuesto por Forbidden Stories, Amnistía Internacional y 17 medios de comunicación internacionales. Rabat empujó la audacia y el descaro de espiar a su gran protector, que sin su apoyo la monarquía habría desaparecido hace ya mucho tiempo. Esta es Francia, cuyo presidente Emmanuel Macron, 15 de sus ministros, destacados periodistas y otras personalidades han estado bajo la lupa del Pegaso marroquí.
El actual Ministerio de Relaciones Exteriores de Argelia, Ramtane Lamamra, ya «indignado por la decisión marroquí de atentar contra su país», declaró tras el descubrimiento de este escándalo: «Argelia se reserva el derecho de implementar su estrategia de represalia». No se sabe si Rabat comprenderá el profundo significado de este mensaje. Esto nos lleva a hacernos preguntas. ¿Por qué Marruecos empezó a querer jugar en las grandes ligas, hasta querer traicionar a su protector principal (Francia)?
¿Por qué esta nueva agresión contra Argelia? ¿Ha sentido Marruecos crecer sus alas desde que el fascista Trump tomó la decisión de reconocer su soberanía sobre el Sáhara Occidental?
El pasado 10 de diciembre de 2020, el ex presidente Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental a cambio de lo cual Rabat estableció oficialmente relaciones diplomáticas con Israel. Este último, sin embargo, no dio nada a cambio. Al menos públicamente.
El régimen marroquí, arrastrado por su derrota, creía que Argelia, socavada por las políticas de Bouteflika y sumergida en el despertar del pueblo argelino con el Hirak, es demasiado débil para no poder resistir los golpes. Los marroquíes han llegado a intentar la aventura con un movimiento extranjero llamado MAK (Movimiento para la Autodeterminación de la Cabilia) y al que solo las autoridades marroquíes le han otorgado una notoriedad que nunca ha tenido, y que nunca tendrá. El 24 de agosto de 2021, Argelia decide cortar sus relaciones con Marruecos por sus actos hostiles.
Cabe señalar que desde el 19 de septiembre la embajadora de Francia en Marruecos, Hélène la Gal, dejó su puesto en Rabat, tras tres años en el cargo, Francia ya no cuenta con embajador en Marruecos. Desde que el 18 de octubre el embajador del Reino, Mohamed Benchaaboun, fue designado director del Fondo Mohamed VI, Marruecos tampoco cuenta con embajador en Francia.
Según explica el periodista, Ignacio Cembrero, en un extenso análisis en El Confidencial, la ausencia de embajadores en París y en Rabat —el que fue durante largos años el país norteafricano más mimado por los sucesivos presidentes de la República gala— es reveladora de la crisis larvada que atraviesan Francia y Marruecos desde el verano de 2021.
El rotativo español añade que no hay diálogo alguno ni visitas oficiales entre ambas capitales.
Pero por otra parte, la tensa relación que mantiene ahora Francia con Marruecos ha dado pie a la diplomacia española. Según la misma fuente, España aprovechará esta crisis para intentar justificar el giro de Sánchez al alinearse con las tesis de Rabat en el Sáhara Occidental. En el entorno del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, añade El Confidencial, argumentan ahora ante sus interlocutores extranjeros que para un país del sur de Europa es imposible mantener una relación cordial con los dos «pesos pesados» del Magreb (Argelia y Marruecos). El gobierno de Pedro Sánchez ha optado por llevarse bien con Marruecos, en detrimento de Argelia, porque es el que más perjuicio le puede causar.
En conclusión, cabe señalar que Italia de Dragui, Alemania, Francia y otros países europeos han logrado mantener una relación estable con los dos países del Magreb.
Origen: Marruecos y la ocupación del Sáhara Occidental; ceguera estratégica y huida hacia delante