El saharaui Louali Fadli no pasa desapercibido entre los usuarios del consultorio periférico de El Espín (Coaña), donde ejerce como médico residente desde hace dos meses. El facultativo está encantado en Asturias, donde trabajará y vivirá durante los próximos cuatro años, y muy satisfecho con la acogida que le han dado los coañeses: “Les llamo la atención y se sorprenden de verme como médico. En cuanto digo que soy saharaui a la gente le cambia la cara, se nota el cariño que tienen a nuestro pueblo”. Por eso, mientras narra su historia vital, no desaprovecha la ocasión de reivindicar una solución definitiva para el Sáhara Occidental.
Fadli tiene 34 años y luce una amplia y luminosa sonrisa. Llegó al Área Sanitaria I, la que agrupa a los concejos del Noroccidente, casi por casualidad. En sus planes estaba trabajar en Oviedo y por error marcó el Área I creyendo que sería la principal de la región. Sin embargo, descubrió un paraíso en el que se encuentra muy a gusto: “No conocía esta zona de Asturias, pero es muy bonita y considero que la gente es una privilegiada por vivir aquí con estos paisajes de postal. La comida es muy rica y la gente es agradable y educada”.
“Vacaciones en paz”. Louali Fadli nació en los campamentos de refugiados saharauis, en la provincia argelina de Tinduf y conoció España a los seis años gracias al programa. “Vacaciones en paz”, que permite a los niños del Sáhara pasar el verano a salvo y lejos de las altas temperaturas del desierto. “A partir de los nueve años, por problemas de salud, empecé a quedarme durante estancias más largas. Se podría decir que pasé más tiempo de mi infancia en España, concretamente en Extremadura, que en el Sáhara. Aquí cursé la Educación Primaria”, relata.
La historia de Louali Fadli, el médico saharaui que pasa consulta en el consultorio de El Espín (Coaña) https://t.co/HmiyT0Tju7 a través de @Sahara_1951
— Actualidad Saharaui 🇪🇭 (@Sahara_1951) July 28, 2023
Medicina en Cuba. Cuenta Fadli que, con dieciocho años, tuvo la suerte de ser elegido para participar en un programa educativo de Cuba. Gracias a la beca del gobierno cubano pudo formarse como médico en La Habana. “Fue una oportunidad”, cuenta, consciente de que pesó mucho para ser elegido su buen nivel de español. “Cuba ha apoyado mucho al Sáhara, se podría decir que ha graduado al ochenta por ciento de los sanitarios y al cuarenta por ciento de los educadores”, relata. Aunque Medicina no estaba en sus planes y nadie apostaba por que siguiera estudiando, la carrera le enganchó y “se acabó convirtiendo en algo vocacional”.
Regreso a España. Vivió en La Habana de 2009 a 2016, cuando logró graduarse en Medicina. Después regresó al Sáhara, donde trabajó como médico cooperante una temporada. Circunstancias de la vida le trajeron de vuelta a España en 2018, donde desempeñó los más variados trabajos. “Vine con un visado y aquí me convertí en un sin papeles, trabajé en el campo, en la hostelería y con el título de medicina bajo el brazo”, relata. En el verano de 2019 logró el permiso de residencia, lo que le abrió las puertas a ejercer como médico de familia en un centro de salud de Andalucía. Mientras trabajaba se sacó el MIR y, finalmente, eligió Asturias para el periodo de residencia. “Había trabajado con Cruz Roja aquí y me enamoré de esta tierra”, relata.
Apátrida. Mientras aguarda la concesión de la nacionalidad española, Fadli explica que ahora mismo se ha convertido en un apátrida. Le duele decirlo porque se siente saharaui y reivindica el derecho de su pueblo a decidir su futuro. “Los saharauis no queremos migajas, ni favoritismos, solo pedimos a España que cumpla los acuerdos con la ONU y cree las condiciones para que sea posible un referéndum. La causa saharaui es una asignatura pendiente para este país y creo que, mientras no se resuelva, no habrá una verdadera democracia en España y el estado español no puede estar orgulloso de su historia”, cuenta, convencido de la injusticia que supone que “generaciones de saharauis se hayan quedado en el limbo”. Denuncia que se esté impidiendo el desarrollo de los saharauis como pueblo e individualmente: “El simple hecho de no tener una documentación clara es un atraso y eso crea una fuerte desigualdad, por no decir que estamos viviendo en el desierto más inhóspito del mundo”.
Deuda con el pueblo español. “Nosotros no le debemos nada al Estado español, es al revés; pero a quien estaremos eternamente agradecidos es al pueblo español. Somos la viva imagen de que la sociedad española es solidaria y gracias al esfuerzo personal de muchas familias hemos podido salir adelante”.
Cierre de una etapa. El médico saharaui espera cerrar en España su formación como médico, una vez complete los cuatro años de residencia. Trabaja codo con codo con la doctora Natalia Iglesias, su tutora, con la que está encantado. “Te da una atención integral porque sabe entender muy bien las circunstancias de cada uno, así que estoy muy a gusto”, señala. Ella alaba la capacidad de su pupilo: “Se nota mucho que tiene experiencia y eso facilita las cosas”
Formación en el Área I. Estará un año y medio en El Espín y después, el resto de la formación la completará en el hospital de Jarrio, “un hospital bastante familiar que me da muy buena impresión”. La doctora Natalia Iglesias aprovecha para reivindicar las áreas sanitarias pequeñas como el mejor lugar para la formación de los médicos: “Considero que es un buen sitio para formarse y trabajar, saldrán de aquí con una visión integral de los pacientes”.
Una anécdota. Hace unos días llegó a la consulta de Natalia Iglesias un hombre con un niño saharaui, acogido dentro del programa “Vacaciones en paz”. El pequeño no sabía ni una palabra de español, así que fue una suerte y un alivio encontrarse con Louali en la consulta. “El niño se lo pasó bien, pero creo que fue más enriquecedor el encuentro para su familia de acogida porque proyectaron en mí lo que desearían para ese niño. Les encantaría verlo en mi lugar en unos años”, relata.