Mohamed VI ante la revuelta de la juventud: un rey en silencio frente al país que se desangra

Mohamed VI ante la revuelta de la juventud: un rey en silencio frente al país que se desangra

OPINIÓN | NO TE OLVIDES DEL SAHARA OCCIDENTAL


Mohamed VI evita hablar de las protestas pero pide “más diligencia y eficacia” a un Gobierno cuestionado en la calle – EL INDEPENDIENTE

Artículo que se cita: Mohamed VI evita hablar de las protestas pero pide “más diligencia y eficacia” a un Gobierno cuestionado en la calle


El discurso de Mohamed VI ante el Parlamento, el primero desde que estallaron las mayores protestas en Marruecos en más de una década, ha sido una demostración de cinismo político. Como relató Francisco Carrión en El Independiente (10 de octubre de 2025), el monarca “evitó toda referencia a las movilizaciones” y se limitó a reclamar “más diligencia y eficacia” a su Gobierno. Ninguna mención a los tres muertos, a los cientos de detenidos, ni a los vídeos difundidos por Amnistía Internacional, donde se ve a policías —incluso de paisano— atropellando con vehículos a manifestantes desarmados. Ninguna palabra para una juventud que grita “hospitales, no estadios” mientras el régimen gasta 5.000 millones de dólares en preparar el Mundial de 2030. El rey no habló de represión ni de desigualdad: habló, una vez más, como si nada pasara.

El contraste con la calle es brutal. La llamada Generación Z marroquí (#GenZ212) ha puesto en evidencia el colapso moral y político de un régimen sostenido por la propaganda, la represión y la corrupción estructural. Tal como documentó Reuters, las manifestaciones nacieron de la indignación tras la muerte de ocho mujeres embarazadas en un hospital de Agadir —símbolo del abandono del sistema sanitario— y se expandieron por todo el país, de Tánger a Marrakech. En Discord, más de 180.000 jóvenes coordinan protestas y redactan propuestas sociales y económicas que el rey ni siquiera menciona. El Documento de reivindicaciones de la juventud marroquí, aprobado por el 87 % de los votantes en línea, exige educación pública de calidad, cobertura médica universal, independencia judicial y el fin de la corrupción. Frente a ese programa ciudadano, Mohamed VI solo responde con vaguedades y amenazas veladas.

El Confidencial, en un artículo de Ignacio Cembrero, lo resumió con precisión: “El monarca intenta sortear la rebelión de los jóvenes para que el fútbol vuelva a los estadios”. No hay reforma ni autocrítica, solo miedo a que el malestar estropee la imagen internacional del país antes de la Copa Africana de Naciones y del Mundial. El poder intenta apagar el fuego con discursos vacíos, mientras se multiplican los juicios exprés y las condenas arbitrarias: más de 500 jóvenes han sido procesados, según la Asociación Marroquí de Derechos Humanos. Las cárceles de Marruecos, donde ya languidecen presos políticos rifeños, periodistas y activistas saharauis, se llenan ahora de estudiantes y desempleados. Las cifras y las imágenes desmienten el mito del “Marruecos moderno y estable” que Rabat vende en Europa.

En el fondo, lo que está en juego no es solo una protesta económica. Como advirtió La Marea en su dossier sobre el Sáhara Occidental, el régimen marroquí es “una maquinaria imperial que mezcla el expolio económico, la represión cultural y la manipulación internacional”. La represión que hoy sufre la juventud marroquí es la misma que soporta el pueblo saharaui desde hace medio siglo. Las balas de goma en Casablanca son las mismas que se disparan en El Aaiún; las cárceles que encierran a jóvenes rifeños y tuiteros son las mismas que encierran a activistas saharauis como Sultana Jaya o Aminetu Haidar, sometidas a vigilancia, acoso y tortura. Detrás del discurso del rey, hay un sistema de miedo, control y silencio que no distingue fronteras.

Desde la Plataforma No te olvides del Sáhara Occidental, denunciamos que esta crisis social es el espejo que devuelve el verdadero rostro del régimen alauí: un Estado policial sostenido por Europa. Mientras la Unión Europea firma nuevos acuerdos comerciales con Rabat —incluso incluyendo ilegalmente el Sáhara Occidental— y Ursula von der Leyen felicita a Marruecos como “socio estratégico”, el país se hunde en la pobreza, el desempleo y la represión. Como escribió Joseba Santamaría, director de Noticias de Navarra, “Marruecos es una dictadura que machaca los derechos humanos del pueblo saharaui y de su propia gente”. El discurso del rey no fue una llamada al progreso, sino una advertencia de continuidad: el autoritarismo seguirá intacto, aunque cambien las palabras. Pero cada día son más los jóvenes que, sin miedo, repiten el grito que resuena en Rabat y en Tinduf: ni monarquía ni ocupación, queremos dignidad y libertad.