Ángel Ballesteros – OPINIÓN.
Madrid (ECS).- El punto a nuclear radica en la incapacidad manifiesta de Madrid no ya para solventar sino para semiencauzar los contenciosos, en lo que constituye una constante con categoría de dato más que de subdato, y crónica, desde hace largo tiempo, así en genérico, tanto que podría retrotraerse si se quiere, por encima del simbolismo, al mismo inicio de la bilateralidad normal, ya estatal, cuando Mohamed V vino “a llevarse la independencia con cara de pocos amigos”, en la acuñación del secretario y primo de Franco. Tal situación sería achacable a distintos gobiernos que se han ido turnando a lo largo de siete décadas, con los correspondientes altibajos y matices, donde sucesivos en general (i)responsables han ido dejando deteriorarse el estado de cosas hasta niveles de difícil reconducción, en lo que significa otra inocultable clave mayor.
Esa panorámica general se ha alterado con un neotérico factor, lo que yo he denominado “diplomacia acelerada”, que en los últimos meses Mohamed VI, por alguna que otra conjeturable razón, más urgido que su predecesor Hassan II, con quien los tiempos reivindicatorios estaban controlados, “el tiempo hará su obra”, “la lógica de la historia”, y cuya dialéctica sólo cedía ante la técnica de la coyuntura, hábilmente aplicada por el anterior soberano alauita, desde Ifni al Sáhara, donde desencadenó la Marcha Verde ante un gobierno español con el dictador local en estado irreversible, Mohamed VI, decíamos, ha aprovechado igualmente la técnica de la coyuntura capitalizando el respaldo de la Casa Blanca a Israel hasta extremos no fácilmente pronosticables, felicitables para su diplomacia, obteniendo un inédito reconocimiento occidental a la marroquinidad del Sáhara.
A partir de tan señalado triunfo, Rabat se ha lanzado a consolidar “la provincia del sur”, presionando al gobierno español con una táctica de cerco a las ciudades, buscando en el corto plazo que Madrid se alinee en modo inequívoco con Washington sobre el Sáhara. La Moncloa, Santa Cruz et alii han terminado acudiendo a la diplomacia regia, que yo al menos en tres artículos y alguna conferencia, y otros claro, veníamos pidiendo y argumentando, que es de esperar que resulte y lleve a que se sienten las partes, que ese sería el límite de la intervención de las coronas, al menos de la nuestra.
A partir de tan señalado triunfo, Rabat se ha lanzado a consolidar “la provincia del sur”, presionando al gobierno español con una táctica de cerco a las ciudades, buscando en el corto plazo que Madrid se alinee en modo inequívoco con Washington sobre el Sáhara Occidental.
Aquí la técnica tradicional se ha visto afectada por una nueva variable y como yo mismo he puntualizado, la diplomacia regia ha sido en buena medida secreta, con Don Juan y con Juan Carlos I, mientras que ahora se ha utilizado la vía pública. El método fue también cautelar lo que evitaba un cierto desprestigio en caso de fracaso amén de que como asimismo he mantenido, los temas reivindicatorios siempre se pregonan desde Marruecos como expresión de su credo programático e irrenunciable: “la recuperación de sus ciudades y territorios”, “la consecución de la causa nacional”. “Rabat desdeña la intervención de Felipe VI y demanda mayor claridad en la posición española sobre el Sáhara”, recogen algunos medios pero el comentario del portavoz marroquí no reviste mayor interés en cuanto al fondo del asunto, porque ante todo forma parte, es continuación de la línea de comunicación alauita, centrada, eso sí, en que Madrid modifique su posición acercándose a las tesis rabatíes.
España se ve constreñida en tan proceloso tablero a una estrategia defensiva, jugando con las negras en lugar de rentabilizar el ataque que proporcionan las blancas, cierto que mediatizado ante la escasez de circunstancias propicias e hipotecado por los antecedentes. Cuando se llegue a las negociaciones, que es el objetivo inmediato, antes de que la situación prosiga erosionándose, entonces procederá nuestro recordatorio una vez más: se impondría realizar un ejercicio de muy alta diplomacia que permita compatibilizar el profundizar y antes el reconducir los contactos con Marruecos, los más históricos, ricos, especiales y complejos en la globalidad de nuestras vecindades, con el respeto a los principios.
Sobre el autor: Distinguido diplomático español, ex vicepresidente del Consejo Superior de Asuntos Exteriores y el único en visitar a la República Saharaui como diplomático español.
Origen: Moncloa acude a la diplomacia regia con Marruecos; última opción para descongelar las tensiones.