La presencia de los niños saharauis en España, gracias a «Vacaciones en Paz», es un recordatorio de que los sueños de justicia y solidaridad pueden hacerse realidad
En el caluroso verano español, cuando la mayoría de las familias disfrutan del descanso estival, un grupo especial de visitantes aterriza en diferentes ciudades del país. Son los niños saharauis, que llegan a España como parte del proyecto «Vacaciones en Paz». Este programa, que se remonta a varias décadas, ofrece a estos pequeños una tregua del inhóspito y hostil desierto del Sáhara Occidental, brindándoles un respiro de las difíciles condiciones de los campamentos de refugiados en Tinduf, Argelia.
El proyecto «Vacaciones en Paz» no es simplemente un acto de solidaridad estacional; es un símbolo de la solidaridad internacionalista y de la lucha por la justicia social. La llegada de los niños saharauis a España se traduce en una oportunidad para mejorar su salud, acceder a una alimentación adecuada y, sobre todo, disfrutar de un entorno seguro y acogedor. Pero, más allá de los beneficios inmediatos, esta iniciativa sirve como recordatorio de la deuda histórica y moral que tiene España con el pueblo saharaui, tras décadas de abandono y sufrimiento tras la “descolonización incompleta” del Sáhara Occidental.
El programa no habría sido posible sin la visión y el compromiso de figuras clave del Partido Comunista de España, entre ellos el poeta y activista Marcos Ana. Conocido por su incansable lucha por la libertad y la justicia durante y después de la dictadura franquista, Marcos Ana fue una figura fundamental en la creación del vínculo solidario entre España y el pueblo saharaui. Fue él quien, en un gesto de profundo humanismo y empatía, trajo por primera vez a niños saharauis a España, sentando las bases para lo que sería el programa «Vacaciones en Paz».
Marcos Ana, quien pasó 23 años en las cárceles franquistas por su oposición al régimen, entendió como pocos el significado de la solidaridad internacional. Su compromiso con los derechos humanos y la dignidad de los oprimidos no conocía fronteras. Al traer a los niños saharauis a España, no solo les ofrecía un respiro temporal, sino que también elevaba la conciencia sobre la situación del pueblo saharaui, un pueblo que aún lucha por su autodeterminación y que, en gran medida, sigue olvidado por la comunidad internacional.
Hoy, el legado de Marcos Ana vive en cada sonrisa de los niños saharauis que llegan a España, en cada abrazo que reciben de sus familias de acogida, y en cada gesto de solidaridad que se multiplica por toda la geografía española. Las asociaciones y organizaciones que coordinan el programa «Vacaciones en Paz» continúan trabajando incansablemente para que estos niños puedan disfrutar de un verano diferente, alejado de las duras condiciones del desierto y del conflicto.
El proyecto «Vacaciones en Paz» es una muestra del poder transformador de la solidaridad y del compromiso social. En tiempos donde la xenofobia y el miedo al diferente resurgen en muchos rincones del país y del mundo, la acogida de los niños saharauis en España es una lección de humanidad y una reafirmación de que otro mundo, basado en la justicia y la fraternidad, es posible.
En palabras de Marcos Ana: «Lo esencial es soñar, porque la utopía de hoy puede convertirse en la realidad de mañana». La presencia de los niños saharauis en España, gracias a «Vacaciones en Paz», es un recordatorio de que los sueños de justicia y solidaridad pueden hacerse realidad, paso a paso, verano tras verano.
(*) Secretaría Sáhara Occidental. Área de Internacional del PCE