Quienes creían que el tiempo era el mejor aliado de Marruecos, se han equivocado. Otra generación empuñará las armas, decidida a escribir otra página de la larga historia de resistencia del pueblo saharaui
29 años después de aquel 6 de septiembre de 1991 y la promesa de un referéndum de autodeterminación, la ONU y su misión de paz toleraron la violación del acuerdo militar número uno, al permitir a Marruecos invadir las zonas liberadas de la República Árabe Saharaui Democrática y cambiar a la fuerza, la situación que había permanecido sin ningún cambio significativo hasta la fecha de hoy.
El Frente Polisario y el Ejército de Liberación Popular Saharaui, respondieron a la provocación marroquí, atacando a sus unidades militares e impidiendo la ocupación de la zona que separa Mauritania del Sahara Occidental.
A lo largo de estos años, el conflicto del Sahara Occidental se quedó inerte y la ONU le dio a Marruecos suficientes argumentos para desentenderse del Plan de Paz, firmado entre las partes, con el objetivo de cerrar la descolonización inconclusa y permitir al pueblo saharaui expresarse a través de las urnas.
El derecho de veto de Francia y la actitud pusilánime del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, permitió a Marruecos rechazar cualquier solución e imponer su ocupación como hecho consumado a la comunidad internacional. Los saharauis siguieron todo este proceso de decepción en decepción. Cada resolución del Consejo de Seguridad, es una prórroga técnica de un año, sin ningún tipo de resultado tangible. Baker, Ros, Van Walsum y Kohler todos renunciaron sin conseguir mover la posición de Marruecos, una posición de ocupación y violación constante de los derechos humanos.
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