Desde el golpe de Estado que llevó al coronel Assimi Goïta a la cabeza del país, Mali ha arrastrado a sus vecinos del Sahel a una espiral de inseguridad sin fin, cuyo desenlace nadie puede predecir.
Los días se suceden y se parecen en el Sahel, donde las relaciones entre Bamako y Argel van de mal en peor. El 6 de abril, Bamako anunció, a través de un comunicado conjunto con sus aliados nigerianos y burkineses de la Alianza de Estados del Sahel (AES), la retirada de sus respectivos embajadores en Argelia, con efecto inmediato.
En su comunicado, la AES atribuye al ejército argelino la responsabilidad del derribo de un avión no tripulado militar maliense la semana pasada, cerca de la ciudad fronteriza de Tin Zaouatine. Para rematar, las autoridades de la AES acusaron además a Argel de favorecer el terrorismo internacional en el Sahel.
No es la primera vez que se formulan acusaciones de este tipo contra las autoridades argelinas. El pasado mes de septiembre, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el viceprimer ministro de Mali, el coronel Abdoulaye Maïga, criticó violentamente a Argelia, acusándola de albergar a terroristas, de interferir en los asuntos internos de Mali y declarando finalmente que el Acuerdo de Argel «está muerto y enterrado».
Lo que está sucediendo actualmente en Mali no es más que una reconfiguración geopolítica regional, en beneficio de otros estados como Rusia o Turquía
En lo que respecta al terrorismo, y sean cuales sean las quejas que se puedan hacer a las autoridades argelinas, nadie puede acusar a Argel de manera tan virulenta y ciega de exportar el terrorismo a Mali y al Sahel en general. Como recordatorio, Argelia, cuya población fue la primera en sufrir el terrorismo internacional, es un actor importante en la lucha contra esta plaga, y esto mucho antes de que el mundo descubriera el 11 de septiembre.
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Origen: El amateurismo político de Mali pone en peligro la región del Sahel