El presidente del Gobierno recibe alabanzas de los países árabes por su posicionamiento sobre Palestina. Desde Sumar o el Frente Polisario le han reclamado coherencia para tener una postura de apoyo a la causa saharaui igual que a la palestina.
Más allá de la guerra de Ucrania, hay dos asuntos clave que han marcado en política internacional al Gobierno de Pedro Sánchez. Por un lado, las relaciones con Marruecos y el conflicto del Sáhara Occidental. Por otro, las relaciones con Israel y Palestina y el conflicto en Oriente Medio. Dos asuntos con ciertas semejanzas pero que han sido abordados de manera muy diferente.
La cuestión saharaui y la relación con el país marroquí ha sido una de las piedras en el zapato de Sánchez desde que entró en Moncloa. Las relaciones se llegaron a romper durante meses por la posición histórica de España respecto al Sáhara Occidental y la acogida en nuestro país del secretario general del Frente Polisario, Brahim Gali.
Marruecos ejerció una presión migratoria casi sin precedentes, especialmente en Ceuta. Sánchez fue tajante con sus palabras. «Es inaceptable que se ataquen las fronteras de España por desavenencias en política exterior», dijo en mayo de 2021. La crisis diplomática se agravó.
Pero todo cambió poco después. El presidente del Gobierno cesó a la entonces ministra de Exteriores, Arancha González Laya. Su sustituto fue José Manuel Albares y la principal tarea que le encomendó Sánchez era solucionar el problema con Marruecos. Todo pasaba por el Sáhara Occidental.
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