Haddamin Moulud Saíd es un destacado abogado saharaui, y actualmente es el adjunto del Frente Polisario en Ginebra
Cada vez que entraba o salía del edificio donde vivía, ahí estaba ondeando, espléndida, en los cielos de Ginebra, la bandera de Eritrea. Y cuando me asomaba desde el balcón de mi casa, la veía ondear libremente, pegada con su mástil, unas plantas más abajo, en la fachada de nuestro edificio. Mientras tanto, yo sin bandera, seguía preso en la cuarta planta del edificio, o sea, en la Cuarta Comisión.
A principios de febrero de 2019 recibí, en Ginebra, la visita de M’hamed Jaddad Musa, y al contemplar la bandera de Eritrea, ondeando en la fachada de nuestro edificio, le pregunté ¿por qué Eritrea si y el Sahara Occidental no? Él, amablemente, me contestó que todo es cuestión de trabajo, perseverancia y un poquito de suerte en lo que a equilibrio de fuerzas se refiere.
Hace setenta años, en 1950, avalando las pretensiones del Emperador de Etiopía, la Asamblea General de NNUU, adoptó la Resolución 390 (V), por la que acordó que el, entonces, declarado como Territorio No Autónomo de Eritrea pasaría a formar parte de Etiopía, en forma de federación bajo la soberanía de Etiopía.
El pueblo de Eritrea, opuesto a esa resolución, se levantó en armas contra la Etiopía de Haile Silassie y mantuvo una cruenta guerra que se prolongó durante treinta años.
En 1993, Eritrea se declaró formalmente como Estado soberano, pero los problemas con la vecina Etiopía persistieron.
Algunos meses después de la visita de M’hamed Jaddad, la radio anunció la concesión del Premio Nobel de la Paz del año 2019 al Primer Ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali. Ese día comprendí que, en este mundo nuestro, aún había lugar para la esperanza.
De alguna manera, el Comité Noruego del Premio Nobel, reconociendo los méritos del artífice de la paz entre Etiopía y su antigua provincia, venía a enmendar la plana a la Asamblea General de NNUU y corregir aquella resolución de hace setenta años, por la que, la Comunidad Internacional, impuso a los eritreos una solución que no era de su agrado.
Se mire como se mire, la concesión del Premio Nobel de la Paz al primer ministro de Etiopía, no tendría mucho sentido si aquella resolución, adoptada por la Asamblea General de NNUU en el año 1950, hubiese sido cumplida sin generar problema alguno sobre el terreno, especialmente, en el lado eritreo. Pero como el transcurso del tiempo ha venido a demostrar que, la Asamblea General de NNUU, no estuvo muy acertada, al adoptar aquella resolución, ha tenido que ser la Academia Noruega la que ha venido a poner en valor las obras del político etíope que ha hecho por la paz, lo que no había hecho la Asamblea General de NNUU.
Si eso sucedía en el extremo sudoriental del Gran Desierto del Sahara, no es raro trazar una cierta analogía con lo que sucede en el extremo noroccidental de ese mismo desierto.
Desde hace casi sesenta años, el pueblo del Sahara Occidental, viene esperando que la Comunidad Internacional asuma la responsabilidad que le corresponde, en virtud del derecho internacional, para hacer efectivo el disfrute del derecho a la autodeterminación por parte del pueblo saharaui. Sin embargo, la Comunidad Internacional, lleva muchos años mostrándose remisa a cumplir su responsabilidad y lleva camino de sucumbir ante los deseos de una monarquía, cuya voracidad territorial no conoce límites.
Parece como si la Comunidad Internacional, ahora y de modo implícito, quisiera hacer en el Territorio No Autónomo del Sahara Occidental, aquello que, de modo explícito, hizo en el Territorio No Autónomo de Eritrea, en 1950.
Por su parte, el Polisario lleva casi treinta años haciendo lo imposible para contener a sectores de la población saharaui, cada vez más amplios, que reclaman, y con justicia, la vuelta a las armas. Basta citar, a estos efectos, la lacónica frase del líder del Frente Polisario, en su carta enviada al Secretario General de NNUU, donde dice: “en ausencia de cualquier esfuerzo serio o deseo por parte de las NNUU para cumplir su promesa de celebrar un referéndum, ¿cómo voy a explicarle al pueblo saharaui el valor de continuar con nuestro compromiso y de buena fe con el proceso político liderado por la ONU?”2.
El Polisario acaba de despedir a uno de sus grandes líderes, auténtico valedor de esa vía pacífica y verdadero dique de contención ante los sectores internos partidarios de la vuelta a las armas.
Bien sabe la Academia Noruega que el valor de la paz consiste, tanto en obrar para poner fin a un conflicto latente como, también, en obrar para evitar uno inminente. Y, en África y quizás en todo el mundo, nadie como el Polisario, ha obrado tanto para evitar el ruido de las armas.
Haddamin Moulud Said.
mouludsaid[at]gmail.com
A 6 de abril de 2020.
1 .The Nobel Peace Prize for 2019 – Abiy Ahmed Ali
https://www.nobelprize.org/prizes/peace/2019/press-release/
2 . Carta de Mohamed Abdelaziz, Secretario General del Frente Polisario, enviada a Ban Ki Moon, Secretario General de NNUU, en fecha 12 de abril de 2010. http://www.yalah.es/Documents/Carta_ABDELAZIZ.pdf
Opinión de Haddamin Moulud Said/ECSaharaui.com: Un Nobel para enmendar la plana a la ONU
Fuente en saharaopinions: Un Nobel para enmendar la plana a la ONU – por Haddamin Moulud Said
A Nobel to amend the plan to the UN – by Haddamin Moulud Said