1975. Continúa el toque de queda en todo el Sáhara y las autoridades españolas, para entorpecer las manifestaciones saharauis contra la entrega del Territorio a Marruecos, ordenan rodear con alambradas los principales barrios de las ciudades. España había entregado las fichas y los expedientes personales de todos los saharauis a los marroquíes. Listas de militantes del POLISARIO, simpatizantes o simplemente sospechosos, informaciones sobre domicilios y desplazamientos de personas y familias, actividades, antecedentes políticos…fueron ofrecidos por las autoridades a sus sucesores expansionistas.

La revista Blanco y Negro recuerda que, durante el pasado mes de Enero de 1975, Don Juan de Borbón había estado en Rabat invitado por el Rey de Marruecos. Al referirse a los temas de conversación  destaca los referentes a la soberanía del Sáhara; el semanario, dirigido por el segundo Jefe del Gabinete de Prensa del Conde de Barcelona, Luis María Ansón, afirma que Hassan II había ofrecido las siguientes compensaciones: “Dos bases militares como garantía para las Islas Canarias; el cincuenta por ciento de la explotación de los yacimientos de FOSBU-CRAA y, por último, garantía para las labores pesqueras de los pescadores procedentes de las Islas Canarias”. La revista añade que el Monarca explicó a Don Juan que el Sáhara era vital para Marruecos; que el Referéndum supondría la instalación de un régimen radical a los pies de su país, con apoyo argelino; que, acosado por todas las fronteras, el trono alauita podría ser derribado; que entonces España se encontraría a pocos kilómetros de su costa con un país –Marruecos–, en la órbita de la Unión Soviética, lo que, unido a la situación portuguesa, le parecía alarmante para la estabilidad española. “Don Juan –acaba el rotativo– redactó un completo informe sobre la entrevista que envió a su hijo el Príncipe Don Juan Carlos”.

Se ha interpretado que los Acuerdos Tripartitos de Madrid de noviembre de 1975 amparaban la eliminación física, primero, y política después, del pueblo saharaui. Pero, de igual modo, el Plan estaba construido sobre fundamentos jurídicos, políticos y morales y cálculos falsos que lo abocarían al fracaso.

Rafael Wirth y Soledad Balaguer, periodistas, relataban así lo que iba sucediendo: “La gente huía, en el más exacto sentido de la palabra. Huían como podían: a pie, en coche, en camello algunos, con su rebaño si les era posible, pero la mayor parte de las veces con un par de cantimploras de agua y un puñado de arroz, con un manto y un bastón como toda pertenencia.

La gente que llegó a los campamentos de refugiados eran personas que no tenían nada, que no sabían verdaderamente qué hacer y cuyas familias estaban muchas veces diezmadas. Que habían pasado para llegar allí un enorme cúmulo de privaciones y sufrimientos. Muchos de ellos anduvieron días y noches hasta alcanzar una de las avanzadillas del POLISARIO, que patrullaba el desierto para recogerlos. La enorme cantidad de niños, que tras una larga marcha por el desierto, con el inmenso frío de la noche saharaui, han quedado absolutamente paralizados, al no haber podido soportar sus jóvenes músculos el enorme esfuerzo; las mujeres embarazadas que han dado a luz prematuramente, teniendo como toda asepsia las manos sucias de los suyos”.

De los 30.000 habitantes saharauis de El Aaiún, sólo quedaron bajo ocupación marroquí unos 6.000; la misma proporción deja Dajla, Smara y La Güera. Muchas otras localidades fueron totalmente abandonadas.

La invasión y posterior ocupación del territorio saharaui por Marruecos será el inicio de un régimen de apartheid

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