Texto: Alberto Martín –
En la wilaya de Smara, una de las cinco barriadas en las que se organizan los campamentos saharauis ubicados en Tindouf (Argelia) viven alrededor de 60.000 personas. Muchas son menores de edad, ya que lo habitual es que cada familia tenga entre 3 y 5 hijos. La escolarización es obligatoria, por lo que en Smara hay hasta ocho escuelas. El trabajo en ellas no es sencillo y los profesores no son muchos; unos 250 en todos los campamentos. La Complutense, a través del grupo de investigación Pedagogía Adaptativa, de la Facultad de Educación, ha puesto en marcha un Diploma de Formación Permanente para ofrecer formación especializada en competencias docentes para maestras y maestros saharauis.
En esta primera edición, el Diploma llega a veintiséis profesoras, profesores y estudiantes saharauis que aspiran a serlo, pero como cuentan Chantal Biencinto, Patricia Villamor, Elvira Carpintero y Mercedes García, integrantes del grupo de investigación Pedagogía Adaptativa, la intención es llegar en el futuro a todos los docentes que dan clase en los campamentos. Este primer año se ha logrado la financiación gracias al apoyo del del Vicerrectorado de Formación Permanente, Empleabilidad y Emprendimiento, la Delegación del Rector para Políticas Sociales, el Servicio de Relaciones Institucionales, Cooperación al Desarrollo y Voluntariado, las Acciones Especiales UCM para organización de congresos y reuniones científicas, la Facultad de Educación y los Departamentos de Investigación y Psicología en Educación y de Estudios Educativos. “Tenemos un proyecto ambicioso con que el que queremos llegar a los alrededor de 250 profesores que hay en todos los campamentos, en las cinco wylayas, pero necesitamos la financiación necesaria. Para nosotras es un proyecto de largo recorrido, no una anécdota”, explica Patricia Villamor, quien no obstante, como sus compañeras, está centrada en el desarrollo de esta primera edición.
Como cuentan las cuatro profesoras, el proyecto surgió hace ya dos años, en otoño de 2021, cuando el Servicio de Cooperación al Desarrollo les propuso desarrollar una idea entonces en ciernes en la que de estaban embarcando junto a su servicio homólogo de la Universidad Rey Juan Carlos y una pequeña ONG hispano-saharaui. La idea era ayudar a los docentes saharauis reforzando su formación. El grupo de la Facultad de Educación tenía experiencia en organizar programas de formación en competencias para docentes. En concreto había desarrollado un programa de formación en diez competencias como resultado del Proyecto ProficiencyIn+Edu. “El Diploma que hemos puesto en marcha para ellos está basado en los que trabajamos aquí, ya que pensamos que las competencias para ser un buen profesor o profesora son universales: comunicación, planificación, reflexión… aunque luego el contexto sea distinto. Lo hemos adaptado -continúa explicando la profesora Villamor- a una estructura con una parte presencial, de una semana; luego una parte on line que se desarrollará hasta abril, y otra parte de nuevo presencial de cierre del curso, las evaluaciones, etc, para lo que en principio volveremos en abril a los campamentos”.
Para impartir esa primera parte presencial, la segunda semana de octubre viajaron a la willaya de Smara las profesoras Patricia Villamor y Chantal Biencinto. “Hemos probado -resume esta última- la estructura del curso durante 5 días de clases intensivas. Desde qué es una competencia y cómo las vamos a trabajar hasta cómo funciona la plataforma Moodle, en la que nos vamos a apoyar para la parte on line, ya que ellos no están familiarizados con ella. Como ejemplo, hemos trabajado dos competencias de las 10 que vamos a trabajar con ellos”. “Hemos elegido -continúa Patricia Villamor- la de “Planificación”, porque nos parecía que se puede trabajar en cualquier contexto fácilmente, y la de “Investigación y Reflexión”, porque algo en lo que nosotras como equipo creemos mucho es que los docentes necesitan hacer una parte de su trabajo dedicada a la reflexión, sobre lo que pasa en el aula y lo que hacen. Estamos acostumbrados a que los docentes planifican, hacen y evalúan, pero falta esa parte de reflexión de qué puedo mejorar, cómo lo puedo hacer, qué ha pasado en el aula… Pensamos que quizá ellos nunca habían pensado en eso y que era importante”.
Durante sus cinco intensos días en los campamentos -en los que también se les han entregado los materiales del curso en papel, traducidos al árabe-, las profesoras Villamor y Biencinto vieron que la preocupación máxima de los docentes saharauis es cómo hacer bien su trabajo en aulas en las que tienen estudiantes muy diferentes entre sí. Como explican, la mayoría de estos profesores dan clases de español y en una misma clase tienen estudiantes que han estado en España y se defienden bastante bien en el idioma y otros que apenas sabían alguna palabra. “¿Cuándo yo tengo 3 o 4 niveles en el aula, cómo hacemos las actividades, cómo les atiendo, cómo hacemos los grupos?, nos preguntaban”, recuerda la profesora Villamor.
Otro aspecto que les llamó la atención, y que aunque también influye en las aulas, es, como explica Chantal Biencinto, las diferencias económicas que existen entre los habitantes de los campamentos. “Todos tienen para comer y beber porque se lo da el gobierno, pero hay distintos niveles. Las familias con hombres trabajando en Argelia o España tienen ingresos que les da un nivel mayor, que incluso aprovechan para mandar a sus hijos a estudiar fuera, aunque sea durante periodos, como los que viene a España en programas como “Vacaciones en paz”, y luego se quedan un año. Incluso -continúa la profesora- hay familias que quieren que sus hijos vayan a la universidad en Argel y otros que no tienen esa aspiración. Aunque parezca increíble en los campamentos hay diferencias culturales y económicas, y eso se nota en las escuelas”.
A su vuelta de wilaya Smara, las profesoras complutenses continúan en contacto permanente son los alumnos del diploma a través del grupo de Whatsapp que han creado a petición de ellos. “Para ellos es mucho más fácil conectar sus teléfonos a alguna red wifi que acudir al centro de formación en el que, a través de la colaboración en el proyecto de la Universidad Rey Juan Carlos, hemos instalado veinte ordenadores. Y es que tan solo uno de los veintiséis estudiantes tiene ordenador en su casa”, explican las profesoras complutenses.
Otro aspecto que hay que destacar, como explica la profesora Mercedes García, es que en respuesta a lo percibido en la acción preparatoria que se desarrolló en la primavera de 2022, el proyecto se convirtió en un Diploma de Formación Permanente de la UCM, ya que una de las “quejas” de los docentes saharauis es que otras veces que han recibido formación esta no ha tenido una acreditación. “Hemos conseguido que quienes completen el curso reciban el diploma oficial de la UCM de forma gratuita. Para ellos es importante”, concluye la profesora Mercedes García.
Origen: Tribuna Complutense