Smara bulle de actividad. Son las ocho de la mañana y aprovechando que el sol todavía no aprieta, la vida se ha puesto en marcha. Smara es una de las unidades administrativas que forman los campamentos de refugiados saharauis en el desierto de Tinduf (Argelia). Aquí, más que en otros lugares del mundo, los jóvenes se enfrentan a los dilemas de un presente y futuro inciertos mientras tratan de asentar su identidad en estos asentamientos de refugiados que, pese a su aparente inmovilidad, están en un proceso de cambio. Después de más de 40 años de exilio forzado, la población joven ha comenzado a esbozar sus propias referencias y su particular manera de abordar el conflicto con Marruecos. Larabas Said, por ejemplo, encarna el brote de una singular visión. Recostado en el capó de un desvencijado Mercedes, desgrana los trazos de una guerra latente. Para él, afirma, «el conflicto con Marruecos debe volver a los cauces del enfrentamiento armado».
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