“Hay una ausencia total de miedo”, señala en conversación con El Independiente el periodista marroquí Hicham Mansouri. “Una falta de temor mezclada a veces con una despreocupación que desarma. Es un fenómeno que me llama la atención”, desliza Mansouri. Desde su exilio en Francia, el director de Hawamich.info observa con sorpresa las protestas de los jóvenes marroquíes, que mantienen el pulso en su segunda semana de movilizaciones.

Marruecos vive desde finales de septiembre las protestas más persistentes desde el Hirak del Rif en 2016. Las marchas, organizadas por el movimiento anónimo “GenZ212” —una referencia a la Generación Z y al prefijo telefónico del país—, han sacudido una veintena de ciudades, desde Rabat a Agadir, pasando por Marrakech y Uchda. Reclaman mejor sanidad, educación, oportunidades laborales y el fin de la corrupción. Lo hacen con ironía, con memes, y sin líderes visibles. “El smartphone y la red son parte de su identidad”, resume Mansouri a propósito de una generación que creció lejos de los años de plomo.