Desde las páginas de Noticias de Navarra, Elena Etxegoyen firma un artículo contundente contra el intento de Estados Unidos y Marruecos de imponer el llamado “plan de autonomía” como sustituto del proceso de descolonización del Sáhara Occidental. La autora denuncia esta maniobra como una “aberración jurídica” que viola las resoluciones de la ONU y los principios de autodeterminación, y advierte del peligro de trasladar el conflicto al terreno de la “realpolitik” dictada desde Washington.
Su texto recuerda que el pueblo saharaui no depende de las conveniencias de las potencias, sino de la justicia internacional, y que solo un referéndum libre y bajo supervisión de la ONU puede cerrar un ciclo de cincuenta años de ocupación, hipocresía y silencio.

Traducción al castellano del artículo “Sahara aske!” (¡Sáhara libre!) – Elena Etxegoyen, Diario de Noticias de Navarra, sección Opinión
En estos días, bajo un lenguaje diplomático que aparenta equilibrio, se ha presentado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una nueva propuesta que pretende consagrar la autonomía marroquí sobre el Sáhara Occidental y borrar el proceso de descolonización aún pendiente.
Esto constituye una aberración jurídica. Desde 1963, todas las resoluciones de la ONU y la sentencia emitida por la Corte Internacional de Justicia en 1975 reconocen que el pueblo saharaui tiene derecho a decidir libremente su independencia o su integración con Marruecos, pero jamás bajo una soberanía impuesta. Y coronar ese principio jurídico inquebrantable con el pastel de la vergüenza sería premiar con una naranja el expolio colonial.
Donald Trump, convertido en el supuesto “líder del proceso”, pretende trasladar el debate multilateral de la ONU a la Casa Blanca, con la intención de que no haya debate alguno. Y su obsesión por replicar con Marruecos el modelo de normalización israelí-palestino es evidente: una maniobra tan peligrosa como ficticia, que busca asegurar la hegemonía de Washington en la región.
Sin embargo, el pueblo saharaui no depende del juego político de Washington, ni de los intereses de Rabat o París. Su resistencia es hija del derecho, de la legitimidad internacional y, sobre todo, de la justicia.
La cuestión del Sáhara Occidental debe resolverse mediante un referéndum de autodeterminación. Convertirla en un proceso de absorción marroquí, sostenido por alianzas ilegales, equivale a traicionar los compromisos históricos de descolonización que garantizan la libertad de los pueblos.
En resumen: en vísperas del 50 aniversario de la Marcha Verde, el Sáhara sigue prisionero de la hipocresía internacional y de los cálculos políticos de las potencias. El testimonio de resistencia saharaui contrasta con el silencio de la ONU, que una vez más votará —el 30 de octubre— sobre el mandato de la MINURSO, sin haber garantizado aún el derecho que prometió defender.
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