La Confederación Africana de Fútbol (CAF) lo ha decidido: ha sido revelada la lista oficial de los estadios que albergarán los partidos de la Copa Africana de Naciones (CAN) 2025 en Marruecos. Este anuncio tan esperado excluye formalmente los estadios ubicados en el Sáhara Occidental. Una decisión vista como una victoria para Argelia, ferviente defensora del derecho a la autodeterminación en esta región en disputa, y un duro golpe para Marruecos, que esperaba aprovechar este acontecimiento para reforzar sus posiciones diplomáticas.

Los nueve estadios seleccionados están repartidos en seis grandes ciudades marroquíes: Rabat, Casablanca, Marrakech, Fez, Tánger y Agadir. Una lista que excluye cualquier infraestructura en los territorios saharianos, a pesar de las maniobras de la Real Federación Marroquí de Fútbol (FRMF). Bajo el liderazgo de Fouzi Lekjaa, la FRMF intentó integrar estas áreas geográficas en el circuito de competencia, una estrategia destinada a afirmar una soberanía que muchos cuestionan en la escena internacional. Pero la CAF ha optado por una neutralidad afirmada, dejando de lado los argumentos geopolíticos en favor de criterios estrictamente deportivos y logísticos.

El análisis de las infraestructuras conservadas por la CAF revela también los límites organizativos de Marruecos. Si algunos estadios, como el Grand Stade de Tánger, con capacidad para 65.000 espectadores, o el Stade Moulay Abdallah de Rabat, con capacidad para 52.000 personas, cumplen en gran medida los estándares internacionales, otros lugares plantean dudas. Recintos más modestos, como el estadio Príncipe Moulay Hassan (18.000 asientos) o ciertos complejos de 21.000 y 22.000 asientos en la capital, podrían plantear importantes desafíos logísticos. Esta disparidad en las capacidades de acogida corre el riesgo de alimentar las críticas a la preparación del país para un evento de esta magnitud.

Organizar una CAN implica mucho más que sólo partidos de fútbol. Se trata de una logística titánica: dar la bienvenida a las delegaciones, satisfacer las expectativas de los seguidores locales e internacionales y, al mismo tiempo, garantizar una cobertura mediática impecable. Estos desafíos, combinados con una infraestructura que a veces se considera insuficiente, ejercen una presión adicional sobre los hombros de Marruecos. Sin embargo, el Reino confía en su experiencia pasada para convencer. Aprovechando sus recientes éxitos en la organización de torneos continentales y mundiales, Marruecos pretende demostrar que es capaz de afrontar este desafío, a pesar de las dudas planteadas por algunos expertos.

Para Marruecos, la CAN 2025 no es sólo una oportunidad deportiva, sino también un foro político. Al acoger a decenas de naciones africanas, el Reino pretende consolidar su papel de liderazgo en el continente. Sin embargo, la decisión de la CAF de limitar el evento a zonas internacionalmente reconocidas debilita esta ambición, recordando que el Sáhara Occidental sigue siendo un importante tema de discordia.

Por lo tanto, la CAN 2025 en Marruecos promete ser un torneo altamente simbólico, tanto a nivel deportivo como político. Si bien los focos estarán puestos en los jugadores y sus actuaciones, la cuestión del Sáhara Occidental seguirá en un segundo plano, demostrando una vez más cómo el deporte puede reflejar cuestiones geopolíticas. Para Marruecos, este torneo es a la vez una oportunidad y una prueba. Para Argelia, es una confirmación de que la diplomacia también puede expresarse en el campo de fútbol.