El mundo observa con atención lo que pasa en Oriente Medio y la región del Sahel, con los golpes de estado en Malí, Burkina y Níger. Hay un cambio geopolítico, donde actores como China y Rusia se hacen presente, ante un Occidente en retirada. En este contexto, la guerra del Sáhara Occidental, silenciada por los grandes medios, donde Marruecos con la complicidad de Estados Unidos, España y Francia, entre otros, libra una guerra de baja escala, para mantener la ocupación del territorio saharaui y seguir sustrayendo sus riquezas.
 
Por Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
 
Buenos Aires (ECS).- En los últimos meses Marruecos fue noticia por un grave sismo, donde puso en evidencia la existencia de un rey ausente, que maneja el país a distancia. No obstante, ha logrado que Occidente, perdone todos sus “pecados” con los saharauis, que no son más que crímenes de guerra y de lesa humanidad. La invasión de 1975, tolerada y hasta apoyada por Estados Unidos, en tiempos de Guerra Fría, para combatir un fantasma que había inventado el rey Hassan II. Mientras el pueblo saharaui sufrió torturas, desaparición forzada y exilio, firmas occidentales ganaron mucho dinero con los fosfatos, pesca, y armas que vendían a las fuerzas marroquíes en su aventura militar.
 
El Plan de Paz de 1991, terminó en papel mojado, por la complicidad de Francia, al aferrarse a uno de los pocos aliados que tenía en África. Estados Unidos para no contradecir a sus aliados y evitar males mayores, mantuvo una postura distante, pero favorable a Marruecos. Los saharauis, no tuvieron la suerte de los ucranianos, sino más bien fueron ignorados por décadas. Las mentiras de Occidente, continuaron hasta el incidente de Guerguerat en 2020. Marruecos quebrantó la paz, pero sus aliados en el Consejo de Seguridad, impidieron que el capítulo VII pudiera hacerse realidad. Estamos frente a una guerra de baja intensidad, en el cual la República Saharaui, busca visibilidad, mantener cohesión nacional y obligar a Rabat a tomar alguna postura. El régimen del Majzén optó por el silencio y una postura defensiva, en el marco de las crecientes tensiones con Argelia y España.
 
La competencia geopolítica con Argelia, del cual Rabat siempre está en desventaja, quedó reflejado por la guerra de Ucrania. Argel gracias a su riqueza energética, logró convenios con Italia e incluso, Francia tiene un papel de acercamiento, se ha convertido en un actor clave en la región. Esto quedó en evidencia con encuentros de alto nivel con el gobierno de Estados Unidos, y el mantenimiento de la histórica alianza con Moscú. Marruecos se aferra a Occidente, e incluso buscó tener un doble juego con Moscú, optando finalmente por apoyar discretamente a la Casa Blanca, como quedó reflejado con el acercamiento con Israel y la transferencia vía república Checa, de tanques T-72 rumbo a Kiev. Rabat está siendo rodeado de actores que cada vez más alejados de Occidente, además posiblemente su papel en la Unión Africana, centrada en obstaculizar a la República Saharaui y dividir a los estados africanos respecto al conflicto, quede en entredicho. Los golpes de Malí, Níger, Burkina Faso, los ha llevado alejarse de Francia definitivamente. China y Rusia emergen como verdaderas opciones a las antiguas potencias coloniales.
 
En este juego el gran perdedor, es España, con la política funcional a Rabat del Dr. Pedro Sánchez. La política de presión fronteriza por parte de Marruecos, logró concesiones a costa de poner en riesgo la seguridad de Canarias, Ceuta y Melilla. Desde 1975, Madrid tiene una política de contención, que comenzó nada menos con el abandono del antiguo Sahara Español y a 76.000 ciudadanos españoles, de sangre saharaui, de la noche a la mañana, se vieron privados de derechos, que hasta no hacía poco, España prometía defender hasta las últimas consecuencias. España es rehén de Rabat, y esto impide poder maniobrar geopolíticamente para neutralizar la estrategia marroquí. Los políticos españoles son responsables de ello, comenzando por el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, cuya política ha sido funcional a los intereses marroquíes.
 
Marruecos chantajea constantemente a España, y Madrid siempre acaba cediendo
 
Marruecos lleva a cabo con España, una estrategia sin tiempo, para socavar su presencia en Ceuta y Melilla. Crisis migratorias, presión demográfica, amenazas veladas, despliegue militar cada vez más importantes, con bases con fuerzas anfibias, defensa antiaérea de largo alcance, incremento de la movilidad y poder de fuego de fuerzas blindadas, además de la llegada de modernos drones de ataque, vigilancia y guerra electrónica. La llegada de drones de ataque chinos Wing Loong II, deben ser un llamado de atención, no solo porque es probable, que las fuerzas marroquíes quieran dar un golpe estratégico, eliminando al liderazgo político militar saharaui y ocupar las zonas liberadas en golpe mecanizado. En este juego, Argelia, tiene su papel, dado que pondría en riesgo su propia seguridad como la de Mauritania, país sobre el cual, Marruecos busca proyectarse. Marruecos victorioso en el plano militar, será una amenaza directa para España. En Argel, saben los riesgos de ello, y adoptan las acciones concernientes, pero en Madrid, se aferran a un espejismo, de considerar al vecino del sur, como un “amigo”.
 
Mientras que las capitales europeas se rasgan las vestiduras por la violación de derechos humanos en Ucrania e incluso por los palestinos, los “paladines” de la democracia guardan silencio por casi cincuenta años de agravios al pueblo saharaui. El régimen de Rabat, nunca dió cuentas de los prisioneros de guerra saharauis, de la desaparición forzada de personas y del clima represivo en las zonas ocupadas. La permeabilidad de los políticos de Europa y América Latina, respecto a la corrupción, los convierte en blancos del régimen del Majzén, para ganar sus favores. Ejemplo de ello, Perú, que una vez más cortó lazos con la República Saharaui.
 
Las razones por las cuales Estados Unidos, brinda apoyo a Rabat, junto con Francia, sin ninguna duda responde a mantener tal vez, uno de los últimos aliados de Occidente en África. España, simplemente es funcional al juego marroquí, y para evitar males mayores, siempre termina cediendo. A nuestro juicio esto pone en riesgo la seguridad de Ceuta, Melilla y las propias Canarias. Respecto a Washington, cabe destacar que la Administración Biden, no se rectificó formalmente del “bluff” de Donald Trump, cuando vía twitter, pregonaba reconocer la anexión marroquí, si restablecían relaciones con Israel. El daño no fue reparado. Israel, reconoció la anexión marroquí, en el marco de su estrategia de acercamiento a determinados estados árabes, que tiene como objetivo, restar cualquier apoyo político formal o real, a la cuestión palestina, y maniobrar geopolíticamente frente al desafío iraní, como también el intento de Turquía, de tener mayor protagonismo, en un marco de creciente distanciamiento, por intereses contrapuestos entre Ankara y Tel Aviv.
 
El régimen de Rabat intentó por medio de la instalación de consulados de algunos países, legitimar su presencia. Esta maniobra, cargada de simbolismo, no tuvo el éxito esperado, dado que sus dos principales aliados: Francia y Estados Unidos, no han reconocido formalmente tal anexión. Sin ninguna duda, esto genera frustración al Majzén.
 
La presencia marroquí en el Sáhara Occidental, es un crimen internacional. El no dar cuentas del paradero de los desaparecidos saharauis a lo largo de la ocupación, conforman crímenes contra la humanidad y de guerra. Los saharauis, tienen todo el derecho a resistir al ocupante, por medios lícitos claro está, como lo consagra el derecho internacional. Existe una clara complicidad de Occidente en el sufrimiento del pueblo saharaui, condenado a vivir como ciudadanos de segunda en las zonas ocupadas, o con una modesta existencia en las zonas liberadas y campos de refugiados. Mientras los saharauis, dependen en gran parte de la ayuda internacional, sus riquezas en subsuelo y el mar, van a parar a las cuentas bancarias de empresas del “mundo libre”. Un verdadero agravio.
 
Las fuerzas marroquíes a lo largo de 2021, fueron responsables de verdaderos asesinatos a civiles, por el uso de drones. Esto implica, que Rabat viola el Plan de Arreglo de 1991, y por ende gracias a la complicidad de Estados Unidos y Francia, Naciones Unidas no impone el Capítulo VII para restablecer la paz. El 15 de noviembre de 2021, en la localidad de Mijek, murieron nada menos que 11 civiles. Esto no solo fue denunciado por el Frente Polisario, sino también por el gobierno de Argelia ante las Naciones Unidas, y rompió relaciones con Rabat. Este tipo de ataques viola los Convenios de Ginebra. El gobierno marroquí se niega a reconocer la existencia de un conflicto armado a lo largo de los muros defensivos que dividen artificialmente la nación saharaui. Ejemplo de ello, lo ocurrido en los primeros días del mes de septiembre de 2023, cuando drones marroquíes, terminaron con la vida del comandante de la 6ª Región Militar, Aba Ali Hamudi, y otros soldados del Ejército Saharaui. Esto coincidió con la visita del subsecretario de Estado adjunto para Oriente Medio y el Norte de África, Joshua Harris, a los campos de refugiados saharauis. Esta visita se enmarca en relanzar el proceso de paz entre las partes, algo que a nuestro entender resulta una quimera, dado que Marruecos se aferra a la idea de imponer la anexión como única solución del diferendo, rechazando lo acordado en 1991, como las resoluciones de Naciones Unidas y los pronunciamientos realizados por distintos foros internacionales, entre ellos la cumbre del BRICS en Sudáfrica, que en su comunicado respecto al Sáhara Occidental, en agosto de 2023: “la necesidad de alcanzar un acuerdo mutuo y duradero y una solución política aceptable a la cuestión del Sáhara Occidental, de conformidad con las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas)”.
 
Staffan de Mistura, Enviado Especial del Secretario General de la ONU, en septiembre arribó a El Aaiún, en el marco de los intentos de iniciar nuevas rondas de negociaciones. Cabe destacar que el aparato represivo marroquí, se movilizó rápidamente para neutralizar cualquier protesta saharaui. No obstante, llevó a cabo reuniones con representantes favorables a la anexión marroquí, como aquellos que se oponen, especialmente organizaciones de derechos humanos locales, que como sabemos actúan en la semi clandestinidad. La potencia ocupante, se ha empeñado en hacer valer su legislación interna, en el marco de una anexión ilegal.
 
La República Árabe Saharaui Democrática, es una realidad desde el 27 de febrero de 1976 y forma parte de la Unión Africana. Por ende, mal que le pese a muchos, estamos ante un estado ocupado, cuya población ha sido víctima de graves delitos internacionales. El gobierno saharaui se aferró al cumplimiento del Plan de Arreglo de 1991 y al marco de las Naciones Unidas. El premio dado, ha sido el rearme de Marruecos, reconocer por twitter la ocupación ilegal de dicho país, en el marco de un burdo juego geopolítico del ex presidente Trump, y obstaculizar el cumplimento de los fallos de la justicia de la Unión Europea. Ironías del destino, los gobiernos que nos dan lecciones de “seguridad jurídica”, son los primeros en violentarla en el caso del Sahara Occidental.
 
El pueblo saharaui, no precisa de declaraciones de buena voluntad, de rondas de negociaciones que no llevan a ningún lado, sino de un liderazgo internacional, que impulse una solución realista, que respete la existencia de la República Árabe Saharaui Democrática y el derecho de su pueblo a vivir en paz.
 
 
NOTA: Jorge Alejandro Suárez Saponaro es un doctor argentino autor de varios libros sobre el conflicto del Sáhara Occidental y actualmente ejerce el cargo de director de Diario El Minuto para Argentina