Un momento oportuno, procedente y justo hubiese sido el reconocimiento del Estado saharaui por parte de España el pasado mes de mayo, cuando reconoció al Estado de Palestina. Sin embargo, su Gobierno se decantó por seguir relegando los derechos del pueblo saharaui
El 10 de diciembre de 2020, Donald Trump publicó un tuit en el que reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Dicha publicación fue interpretada en algunos espacios como “el principio del fin” de la lucha del pueblo saharaui por su autodeterminación e independencia.
Casi cuatro años después, en un contexto geopolítico internacional determinado por distintos escenarios bélicos como la guerra de Ucrania o el genocidio de la población palestina, el pueblo del Sáhara Occidental sigue determinado en su camino hacia el efectivo ejercicio de sus legítimos derechos.
Avanzando en la línea cronológica, el 18 de marzo de 2022 se hizo pública la carta enviada por el presidente del Gobierno de España al rey de Marruecos en la cual reconocía la propuesta marroquí sobre el Sahara Occidental como “la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”.
Sin embargo, según las declaraciones efectuadas hace unas semanas por el Enviado Especial de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental, dicho posicionamiento se trató más bien de un salto al vacío, un acto totalmente desinformado, puesto que esa “base más” todo Naciones Unidas no la considera explicada a día de hoy, es decir, casi tres años después de la carta enviada por el presidente del Gobierno a Marruecos.
Por otra parte, son muchos los motivos por los que la crítica a la mencionada misiva fue mucho mayor de la ocasionada al tuit de Trump (y sería mucho mayor que la provocada a las realizadas por el presidente francés).
Lo anterior se explica, en primer lugar, por el hecho de que España sigue siendo la potencia administradora del Territorio No Autónomo del Sáhara Occidental. Otro de los elementos justificativos es el hecho de que el movimiento de solidaridad con el pueblo saharaui más amplio es el articulado en el Estado español; lo cual evidencia que los lazos entre la sociedad española y la saharaui son indiscutibles, notorios y muy sólidos (a título ilustrativo, el programa “Vacaciones en Paz”).
Asimismo, el territorio español, –por razones históricas evidentes–, ha sido (y continúa siendo) el destino por el que opta la población saharaui que se ha visto abocada, por unos motivos u otros, a un doble exilio. Elección explicada en gran medida también por la red de solidaridad existente y la gran acogida que el conjunto de la sociedad siempre ha brindado al pueblo saharaui.
Por ello, el posicionamiento trasladado a Marruecos –totalmente incongruente con el sentir de la ciudadanía– fue vivido desde un punto de vista emocional por muchas personas como la “segunda traición de España a los saharauis”.
No obstante –más allá de los sentimientos–, no hay tuit, carta o declaración que pueda alterar la naturaleza jurídica de la cuestión del Sáhara Occidental.
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