Farah Dih en EL INDEPENDIENTE
“En Marruecos crecí celebrando el 6 de noviembre. Era un día esperado, de fiesta nacional. De hecho, en el colegio nos daban cuatro días de vacaciones”, me contó hace poco un amigo marroquí mientras comíamos en un conocido restaurante del barrio de Lavapiés, en Madrid. Luego añadió que no fue hasta su llegada a España, a los diecinueve años, cuando comenzó a enterarse de lo que ocurría realmente en el Sáhara.
“Yo sí había oído algo, pero la verdad es que he crecido sabiendo poco o nada sobre el tema”, comentó otra amiga, española, mientras me pasaba la sal.
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LECTURA RESUMEN:
En una columna cargada de memoria personal y conciencia política, la escritora saharaui Farah Dih desvela cómo el relato de la Marcha Verde ha sido adoctrinado en las aulas marroquíes y silenciado en España, provocando que generaciones enteras hayan crecido sin conocer la verdadera historia del Sáhara Occidental. La autora recuerda que para Rabat, el 6 de noviembre de 1975 simboliza la “recuperación” de un territorio, pero para el pueblo saharaui fue el inicio de un desastre histórico: “muertes, bombardeos y el fin de la última esperanza de independencia y libertad”. La “Marcha Verde”, presentada como pacífica, fue en realidad la “cobertura perfecta para una invasión” perpetrada con el aval de Estados Unidos y España.
En la actualidad, denuncia Dih, la ONU ha dado un giro peligroso al legitimar el plan de autonomía marroquí en su reciente resolución, sin reconocer formalmente la soberanía de Marruecos, pero sí desplazando el foco de la autodeterminación saharaui. A la estela del reconocimiento de Trump en 2020, gobiernos como los de España o Bélgica han seguido la senda de normalizar la ocupación, convirtiéndola en moneda de cambio diplomática. Este proceso ha profundizado la indignación en los campamentos y territorios ocupados, donde miles de saharauis protestan ante lo que consideran “una nueva traición internacional”.
Dih concluye que esta deriva solo es posible “porque el Sáhara no es una causa rentable”: no tiene petróleo en abundancia ni una diáspora poderosa, y sufre el olvido activo de gobiernos y medios. “Cada gesto internacional que legitima el colonialismo y la ocupación borra un poco más nuestra existencia política”, advierte, señalando que el llamado “colonialismo blando” opera a través del silencio, la reescritura de la historia y el desgaste de la verdad. No obstante, en cada haima de Tinduf y en cada bandera que resiste al viento del desierto, la autora encuentra la dignidad de un pueblo que “se niega a rendirse. A ser olvidado”.
ARTÍCULO COMPLETO en: Sáhara Occidental, la última colonia de África
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