París , 9 de marzo de 2025 (SPS) Unos diez millones de minas, antipersonas o antitanque, siguen esparcidas en la arena del desierto saharaui, a lo largo del famoso muro de la vergüenza («muro de arena»), construido por Marruecos en los años 1980 para «dividir al pueblo saharaui e impedir cualquier retorno a su tierra, el Sáhara Occidental», afirma el diario francés L’Humanité, que fue al encuentro de una joven saharaui que se ofrecía voluntaria para misiones de desminado.
«Lo que Zuenuha dice con una calma olímpica es, sin embargo, aterrador. Son minas. Antipersonas o antitanque, diez millones de minas esparcidas en la arena del desierto del Sahara, a lo largo del famoso «muro de arena», que se extiende a lo largo de 2.700 km, construido por Marruecos en los años 1980 para dividir al pueblo saharaui e impedir cualquier retorno de este último a su tierra, el Sahara Occidental», escribe en un artículo que describe a la joven Zuenuha Cheikh Ali.
Según L’Humanité, que cita al director de la Oficina Saharaui de Coordinación y Acción contra las Minas, Taleb Haider, «existen 72 (tipos de minas) procedentes de 14 países diferentes. El tercer número más importante del mundo, después de Laos y Afganistán».
El diario francés recordó, en este contexto, que esta oficina se encarga de formar voluntarios, en colaboración con la ONU y las ONG, y de enviar equipos a misiones «muy peligrosas» desde la reanudación, en 2020, del conflicto armado entre el Frente Polisario y Marruecos, que ahora cuenta con drones mortíferos.
«Al menos 127 civiles saharauis que vivían en los territorios liberados (…) fueron asesinados desde esa fecha por aparatos voladores» suministrados en particular por la entidad sionista, indicó el periódico. Por esta razón, por el momento «Zuenuha no ha regresado en misión de limpieza de minas», añadió.
El periódico afirmó que estos casos son cada vez más raros. «Varias ONG, ante el peligro, han detenido sus acciones para proteger la seguridad de su personal», explicó.
«Hoy en día, con la guerra, es muy peligroso. Pero, en cuanto haya una campaña, estaré preparada. En 2018, cuando me fui, tenía un bebé de unos meses. Cuando me fui, no sabía si volvería», dijo Zuenuha Cheikh Ali.
Al igual que cientos de sus compatriotas, la joven, que vive en los campamentos de refugiados saharauis, se ha ofrecido voluntaria para participar en misiones de limpieza de minas. Por “deber nacional”, pero también por su historia familiar.
De hecho, para Zuenuha, este compromiso es evidente. «Lo hice, ante todo, por un deber nacional: ayudar a limpiar nuestra tierra», afirmó. Pero sobre todo por su historia familiar. Como casi 6.000 saharauis, su padre fue víctima de estas minas.
«Por eso elegí esta tarea. En 1985, durante la primera guerra, resultó herido y sufrió una amputación», explicó. (SPS)