Muy pocos analistas y politólogos alcanzan a entender los entresijos de las relaciones tóxicas que mantienen el dúo Sánchez-Albares con el régimen feudal marroquí. En los anales diplomáticos, la sorpresa es mayúscula, por la humillación a la que se ve sometido el estado español por el chantaje permanente de la dictadura marroquí. España, desde prácticamente mediados de los años ochenta viene padeciendo una constante y sistemática extorsión, por parte de la dictadura marroquí, sin embargo, siempre ha mantenido el tipo y la dignidad, a pesar de los envites y coacciones marroquíes. Casi siempre ha conseguido hacerse respetar como potencia y como Estado serio, riguroso y responsable.
No obstante, la deriva servil y vejatoria del dúo Sánchez-Albares, ha llevado al Estado Español a límites insuperables de indignidad y deshonor.
Hace algo más de un año que El presidente de Gobierno de la gran España, el sometido Sr Sánchez, viene rogando de rodillas a través del vulgar Albares, que el Sátrapa Mohamed VI le conceda una audiencia. Lo inaudito del asunto, es que jamás en las relaciones diplomáticas contemporáneas, se ha visto a un país democrático, de la categoría y rango de España, inclinarse ante una monarquía regida en el siglo XXI con las reglas y normas del siglo XIV.
Hace menos de 24 horas, en Moncloa recibieron una llamada que les comunicaba que el Sátrapa Mohamed VI, después de más de un año de espera, está dispuesto a concederle su minuto de oro al ultrajado e indigno Sánchez y este ni corto ni perezoso ha salido corriendo, casi no le da ni tiempo de ponerse la corbata.
En realidad el desconocimiento y la inexperiencia del dúo Albares-Sánchez, en política internacional y relaciones diplomáticas, han puesto a España en una frágil y delicada situación con el incómodo y extorsionador vecino.
Con este tipo de países, como Marruecos, que basan sus relaciones bilaterales en el chantaje y la coacción. Hay que tener mucho cuidado y tomar muchas precauciones a la hora de adoptar cada decisión, algo que han ignorado por completo, el temerario e imprudente dúo Sánchez-Albares.
Pero lo peor, de toda esta situación, es que han dejado a España a los pies de los caballos.
España, es víctima de un macabro juego orquestado por el feudal Majzen marroquí, y en el que los principiantes y neófitos Sánchez-Albares han caído de pleno. La llamada telefónica que recibieron la otra noche, para que vengan corriendo a Rabat, a rendir una vez más pleitesía al Sátrapa Mohamed VI, forma parte de ese siniestro juego marroquí. Está vez fueron dos factores los que han llevado al Majzen Marroquí a regalarle a Sánchez, el sueño de la foto con el Sátrapa marroquí: el primero ha sido el rechazo argelino a la visita de Albares a Argel y el segundo, es el intento de la dictadura marroquí, para tapar la muerte de los dos guardias civiles que ha destapado una vez más, el lucrativo negocio de hachís, que enriquece a la familia Alauita.
La visita del nefasto Sánchez, le servirá al Majzen Marroquí, para tapar todos los intentos e investigaciones de relacionar a las estructuras del poder en Marruecos, con el negocio más lucrativo de Marruecos, que es el contrabando de Hachís.
Marruecos, es una narco monarquía camuflada y consentida. Es el primer productor mundial de Hachís y uno de los principales puntos de paso del mundo de la Cocaína. En ambos negocios, el control que ejercen las estructuras del poder oficial son evidentes y corroboradas incluso por el Departamento de estado Norteamericano.
Aunque el sumiso Sánchez ( algún día saldrán a la luz las razones de esa inexplicable sumisión), se jactaba de la excelentes relaciones entre los dos países, en realidad, esas relaciones están «cogidas con pinzas» porque están cimentadas en una falsa relación, construida a base del chantaje y la coacción. El ejemplo más palpable para ilustrar está adulterada relación, es que en los dos años que lleva Sánchez de «Luna de miel» no ha podido conseguir algo tan sencillo como las prometidas aduanas de Ceuta y Melilla. Algo que en teoría debería beneficiar a los dos países y que lleva varios años bloqueado, como muestra de ese perenne chantaje.
Sánchez, no tuvo las agallas de mencionar en su discurso el tráfico de drogas que sangra las costas andaluzas, ni la hemorragia de niños marroquíes que cruzan la frontera sin acompañar.
Si que demostró una vez más, en el tema del Sahara Occidental, su falta de coherencia, su doble vara de medir las violaciones del derecho internacional y su cobardía para denunciar a un estado que viola la legalidad, leyes y normas internacionales, ocupando un territorio de forma ilegal y flagrante. Es más, no solo no tuvo el coraje de denunciar esas violaciones, sino que insistió, sin sonrojarse, en su apoyo a la persistencia en el atropello a la justicia y el derecho internacionales