¿Cómo surgió la idea de dar una respuesta humanitaria específica para los refugiados saharauis con discapacidad?

Las personas con discapacidad solemos ser los grandes damnificados de las situaciones de crisis; en las de índole económica, somos los primeros expulsados del mercado de trabajo; en pandemias como la que estamos viviendo, somos de los que más resiliencia estamos demostrando, y también de los últimos en recibir apoyos adecuados. Si esto es así aquí, imagínese en una situación de refugio. Las personas con discapacidad refugiadas son los grandes olvidados en los discursos sobre migración y en las políticas de ayuda humanitaria. Algo teníamos que hacer.

¿Cómo se coordinaron tantas organizaciones?

Es fácil ponerse de acuerdo en el sector de la discapacidad. Las entidades llevamos cooperando y apoyándonos unas a otras desde el inicio de movimiento asociativo. Las cabezas visibles de esta iniciativa fueron las grandes organizaciones: Aspace, Aspaym, Autismo España, Cocemfe, CNSE, Fiapas, Fundación del Lesionado Medular y Plena Inclusión. Pero detrás están las más de 8.000 asociaciones que forman parte del Cermi y que, en la medida de sus posibilidades, han querido sumarse con ayuda efectiva o testimonial.

¿Cómo se gestó la operación?

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