Las relaciones entre España y Marruecos son el resultado de un largo y complejo proceso histórico entre dos territorios situados en uno de los puntos geopolíticos más importantes del mundo: el estrecho de Gibraltar. Desde que Marruecos lograse su independencia en 1956, las relaciones entre ambos países han bebido de estas viejas e históricas conexiones, pero también de acontecimientos más recientes que han resignificado el mapa diplomático de la región: desde la la fallida y desastrosa descolonización del Sáhara Occidental a la gestión de los flujos migratorios, pasando por el resurgimiento del irredentismo y expansionismo marroquí y su postura respecto de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla en el norte de África.
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