Texto y foto: Limam Boicha. I PARTE
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Días después, unos conocidos míos me llevaron en su coche a Boir Tiguisit, un pueblo saharaui de reciente creación, poco más que un cruce de caminos. Próspero y sucio. En la badía todo estaba limpio, verde, sano y hermoso. Armonía entre el ser saharaui y la naturaleza. Porque ella es la esencia de nuestro pasado, presente y ojalá que futuro. Y Boir Tiguisit no es nuestro pasado. Boir Tiguisit es nuestro presente; y la primera imagen que ofrece al visitante es deprimente: bolsas azules vagando por todas partes, botellas de plástico, pañales, latas de refrescos. Vertederos aquí y allá. Un decorado mugriento. ¿Acaso una metáfora de nuestro presente, lleno de dejadez y pesimismo?
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