La telaraña dentro de la conspiración global para salvar la ocupación marroquí y criminalizar al Frente POLISARIO
Por Ahmed Omar
Madrid (ECS).- El 20 de enero de 2024, Donald Trump retomó las riendas de la Casa Blanca. Y con él, regresaban las esperanzas del régimen marroquí. No era para menos. Fue Trump quien, en 2020, reconoció unilateralmente la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental, como moneda de cambio por la normalización con Israel. Pero para Rabat, ese reconocimiento se había quedado corto. Lo querían todo: una reafirmación pública, acuerdos firmes, una posición irrebatible ante el mundo.
Así que prepararon su ofensiva.
La visita que encendió la mecha
Entre el 8 y 9 de abril, Nasser Bourita, el eterno rostro de la diplomacia marroquí, llegó a Washington. Su misión no era discreta: quería que Trump no solo repitiera la promesa de 2020, sino que la elevara. Que se firmaran acuerdos bilaterales, que Estados Unidos presionara a otros países a alinearse, que Marruecos se convirtiera, oficialmente, en «el único amo del Sahara Occidental».
Pero algo no salió como esperaban.
La visita coincidió con la llegada del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien también necesitaba garantías de Trump. Bourita apostó a que, acompañando a Netanyahu, podía reactivar el eje Marruecos-Israel-EE.UU. en todo su poder. Sin embargo, Trump, aunque amigo, es imprevisible.
Presionado por su propio Departamento de Estado, advertido por asesores militares que ven en la región un foco de inestabilidad, y limitado por un Congreso que aún tiene heridas abiertas por las decisiones del pasado, Trump no cedió. No hubo declaración formal. Solo una nota de prensa ambigua, sin la contundencia que Rabat exigía.
Marruecos se sintió traicionado.
Y fue en ese momento, en ese regreso amargo a Rabat, cuando se decidió que si Trump no respondía al apretón diplomático, respondería a la presión pública.
El Inicio de la Operación: Doblegar a la Casa Blanca
Esta campaña no fue improvisada. Fue diseñada para acorralar a Trump, para dejarlo sin margen, para presentarle un escenario donde su inacción pudiera ser vista como debilidad frente al terrorismo. Si el POLISARIO era percibido como una amenaza creciente, como un aliado de Irán, como un foco de desestabilización en el norte de África, entonces Trump tendría que actuar. No por Marruecos, sino por interés de seguridad nacional.
La máquina se encendió.
– 11 de abril: Joe Wilson, congresista republicano, lanza su tweet exigiendo que el POLISARIO sea catalogado como grupo terrorista. Lo hace con la certeza de que está tocando una fibra sensible en la administración.
– 12 de abril: Souad Mekhennet, desde el Washington Post, publica una pieza venenosa que refuerza esa narrativa. Vincula al POLISARIO con Irán, con Hezbollah, con la sombra del extremismo. Es la chispa mediática.
– 17 de abril: Mariam Wahba y Ahmed Sharawi, desde FDD, entregan un análisis «técnico», revestido de autoridad, que pide la intervención de EE.UU. contra el POLISARIO.
– 18 de abril: Zineb Riboua, desde el Hudson Institute, refuerza la misma línea: «El POLISARIO, una amenaza para los intereses estadounidenses».
Todo encaja, todo apunta, todo presiona.
Marruecos no está satisfecho: Quiere Más
Esta operación no busca solo desprestigiar al Frente POLISARIO. Busca forzar a Trump a completar el trabajo. Para Rabat, la promesa de 2020 fue el primer pago. Ahora quieren la propiedad total: acuerdos bilaterales, inversiones, y una ofensiva diplomática global orquestada desde Washington.
La campaña es un mensaje directo al Despacho Oval: si no te alineas con nosotros, te arrastramos al centro del conflicto. Si no reafirmas, hacemos que tu inacción parezca debilidad.
Marruecos, desesperado por sostener su ocupación, no aceptará medias tintas. Y Trump, conocido por su resistencia a la presión externa, es el blanco de una ofensiva sin precedentes.
Joe Wilson – El primer martillo
El 11 de abril, el primer golpe público se dio con la frialdad de quien sigue órdenes. Joe Wilson, congresista republicano, conocido por su proximidad a intereses pro-Israel y su historial de respaldo a la monarquía marroquí, lanzó un tweet exigía que el Frente POLISARIO fuese incluido en la lista de organizaciones terroristas. Wilson no es un «outsider». Ha visitado Rabat en dos ocasiones como invitado oficial, y su nombre aparece en los registros de FARA, recibiendo apoyo de lobbies ligados al Moroccan American Center for Policy.
Wilson jugó el papel del pionero, del aliado obediente, del legislador que empuja donde la diplomacia fracasó. Su tweet fue el inicio del asedio mediático.
Souad Mekhennet – La pluma que corta
Apenas 24 horas después, la narrativa se elevó al plano internacional. El 12 de abril, Souad Mekhennet, periodista del Washington Post, publicó un artículo que parecía salido directamente del Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí. Sin pruebas, sin datos verificables, sin fuentes oficiales. Solo rumores: vínculos del POLISARIO con Irán, Hezbollah, y «fuentes confidenciales».
Mekhennet, periodista con raíces marroquíes, no es neutral. Ha sido reconocida en foros culturales patrocinados por Rabat, y su trayectoria periodística muestra un patrón de defensa tácita de la posición marroquí en el conflicto saharaui.
El artículo no informaba: armaba. Armaba a los siguientes actores, a los políticos tibios, a los medios regionales, a los analistas de alquiler. Era la señal.
FDD y Hudson – La fábrica de la legitimidad falsa
El 17 de abril, la ofensiva subió de nivel. El Foundation for Defense of Democracies (FDD), think tank alineado con intereses pro-Israel y cercano a figuras marroquíes, publicó un informe demoledor. Firmado por Mariam Wahba, egipcia, y Ahmed Sharawi, jordano, ambos con historial de colaboración en eventos financiados por Marruecos, el documento acusaba al POLISARIO de ser una amenaza directa a la estabilidad global.
Wahba, oradora frecuente en foros de Rabat, y Sharawi, con conexiones en los círculos de seguridad israelí, tejieron un relato sin sustancia, pero con eco: “El POLISARIO está infiltrado por Irán”.
Al día siguiente, el 18 de abril, Zineb Riboua, desde el Hudson Institute, aportó su parte: “Estados Unidos debe actuar antes de que el terrorismo cruce el Atlántico”. Riboua, marroquí, activista desde hace años a favor de la ocupación, ha sido financiada por el Marrakech Security Forum y vinculada a redes diplomáticas pagadas por Rabat.
Ambos informes fueron replicados sin cuestionamiento en medios internacionales y usados por embajadas marroquíes como prueba de la “preocupación global”.
América Latina – La resonancia del dinero
Con la narrativa consolidada, el mensaje viajó al sur.
En Brasil, Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, lanzó su respaldo a Marruecos. No era casual. En 2022, Bolsonaro visitó Rabat, firmó acuerdos, y prometió apoyo en foros internacionales. Tras él, David Soares, Alan Rick, y Rodrigo Valadares se sumaron al discurso, promoviendo en medios locales la idea de un Sahara Occidental como foco terrorista.
En Argentina, Yamil Santoro, invitado a seminarios de la Embajada de Marruecos, se convirtió en portavoz local. Lo acompañó Álvaro González, otro político que, bajo influencia diplomática, repitió la narrativa con precisión.
Los medios se entregaron sin pudor. El Tribuno Rosario, dirigido por Nicolás Pierson, publicó artículos basados en fuentes marroquíes, tras la visita del propio Pierson a Rabat. El Informe Diario, en sincronía, replicó los textos de la agencia oficial MAP.
Europa – La Alianza de los Cómplices que poca voz tiene
En el viejo continente, las piezas no tardaron en moverse, pero de manera lenta.
En Francia, Pierre-Henri Dumont, tras su viaje a Casablanca financiado por la Asociación Franco-Marroquí, alzó la voz en favor de la autonomía marroquí, acusando al POLISARIO de obstaculizar la paz. En España, Pedro Altamirano— eje clave en la maquinaria Marroquí, como Javier F. Arribas, que ambos conectados a asociaciones culturales respaldadas por Rabat, encabezaron campañas de difamación.
En Finlandia, Gerard Craughwell, miembro del grupo parlamentario de amistad con Marruecos, se pronunció tras una visita a Rabat, mientras el periódico Daily Finland, fundado por el Bengalí Mohammad Ofiul Hasnat Ruhin, se convirtió en vehículo de publicación de notas de un experto en aparatos médicos y salud pública, el tal Ari Petäjävaara, esas notas fueron visiblemente dictadas por la narrativa marroquí.
En India, Dipanjan R. Chaudhury, sin aportar análisis propio, replicó las conclusiones de FDD y Hudson, reforzando el cerco internacional.
Marruecos no está satisfecho, Y la historia no perdona
Marruecos no quiere sobrevivir, quiere dominar. Esta operación no es de defensa, es de conquista narrativa. Y aunque la campaña ha sido brutal, calculada y financiada con recursos públicos y diplomáticos, no ha sido suficiente. Trump no ha cedido aún. La presión sigue.
Pero como Francia no pudo silenciar al pueblo Argelino, como el Apartheid no destruyó al pueblo de Sudáfrica ni al ANC, Marruecos no apagará al pueblo Saharaui ni al Frente POLISARIO. La legalidad internacional es clara, y los pueblos que luchan no se rinden ante campañas.
Esta es la telaraña. Estos son sus hilos. Y este es el momento de romperlos.
Origen: Todo estalló en Washington: Marruecos orquesta la campaña para doblegar a Trump – ECSAHARAUI