Un largo exilio, un eterno olvido

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Por Malainin Mustafá /ECS actualización

Foto de Haddi Lehbib/foto
Vivimos en campamentos de refugiados en una miseria apetitosa enriquecida con vitaminas del olvido y la amnesia de la comunidad internacional.

Los saharauis absorbemos a diario esta miseria en pequeños sorbos: un conflicto eterno saturado de incertidumbre (amargo como la vida, como el primer vaso del tradicional té saharaui), una juventud desesperada por el letargo de una solución y un misero pillaje de los recursos naturales saharauis (este si que es dulce para otros).

Los compromisos de la ONU y sus resoluciones no han variado el exquisito miserable proceso y Marruecos, fuerza ocupante, continúa con su sazonada francesa en su política de afronta y poca obediencia a la comunidad internacional.

En ese ambiente vivimos los saharauis a base de una escasa ayuda internacional que cada vez es menor y marcada por el abandono por parte de los países donantes.

43 años llevamos esperando que acabe el bocado de esta larga espera. De estos 43 años de ocupación, 29 de Alto el fuego y proceso de paz que nunca acaba, donde la MINURSO, la organización de la ONU para el referéndum en el Sáhara Occidental, con sus abarrotes de comida de la ONU y dinero de los EE.UU, sigue disfrutando de su digestión en Zonas Ocupadas bajo sol saharaui sin hacer nada para proteger a los ciudadanos saharauis de las mandíbulas represivas marroquíes.

Los que viven en el otro lado del muro (territorios ocupados del Sáhara Occidental) reciben torturas, exquisitas represiones, persecuciones y bondadosos ultrajes. Viven mezquinos en un país propio con miserable riqueza. Son perseguidos continuamente, allanadas sus casas, agraviadas sus mujeres, agredidos sus hijos, humillados sus ancianos, todo ello hecho con un tacto miserable y un toque francés.

Si piensen que todo esto fue el entremés de una frugal miseria, esperan el segundo plato: paella y Ratatouille.

Seguro que la primera con tantas sobras viene a acentuar nuestra conocida miseria con evasivas y privilegios a la monarquía marroquí. La segunda con tanto remover la legalidad internacional, acabó perdiendo su sabor a las libertades y respeto a los derechos humanos y por tanto relleno de ratas.

Quizá cabría recordar que los ingredientes de la histórica paella son abandono, traición, evasión de responsabilidades, inconcluso proceso de descolonización. Su persuasión, apoyo a la ocupación marroquí para renovar acuerdos con la UE, tienen pocas calorías.

Lo que es incompatible para los saharauis es la falta de dignidad de la comunidad internacional que sigue rumiando nuestra miseria sin hacer absolutamente nada, mientras que la ocupación sigue cocinando las violaciones de los derechos humanos a fuego lento.

Mientras seguimos en la mesa de la paciencia aguantando que esta lamentable e indigestible miseria acabe, vamos quemando calorías de espera y desesperación.

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