(…)
Vacaciones en paz es una experiencia, un aprendizaje, una oportunidad de intercambio cultural. A la llegada de los pequeños todos son nervios que, con el paso de los días, se van disipando para dar paso a un encuentro entre dos culturas distintas, la de las familias y la de los niños que quieren aprender y empaparse. “Nosotros vamos aprendiendo al mismo tiempo que ellos”, comenta Lola. Un aprendizaje basado en el respeto cultural, como el hecho de que a su joven acogido Mohamed de 11 años prefiera dormir a ras de suelo, tal y como viene haciendo en los hogares que habitan en los campos de refugiados.
(…)
Artículo completo en: Un miembro más en la familia | Diario de Lanzarote