(*) Foto: detalle de la página de periódico con el artículo de Tomás Alcoverro de 28 de febrero de 1976 extraída de la hemeroteca digital de La Vanguardia
Este 27 de febrero se cumplirán 47 años de aquella congregación en medio del desierto, a cielo abierto y en plena noche, en la que el Consejo Nacional Saharaui y el Frente Polisario lanzaron la declaración que proclamaría una República para todos los saharauis.
Un día antes de aquel acontecimiento, el gobierno argelino del presidente Boumédiène puso en aviso del anuncio de la nueva República a un grupo de corresponsales que habían llegado aquellos días a Argel desde otros países y les organizó un viaje de ida y vuelta para que estos periodistas pudieran cubrir, para sus respectivos medios, la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática. Entre estos reporteros, se encontraba Tomás Alcoverro.
El 28 de febrero de 1976, a las 11h de la mañana, las nuevas autoridades marroquíes en El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental, oficializaron el último acto que representaba el fin de la presencia de España en el territorio. El nuevo gobernador, Ahmed Bensouda, izaría la bandera de Marruecos en la azotea del Gobierno General de la Provincia de Sáhara instantes después de que militares marroquíes arriaran la insignia española.
Hacía más de tres meses que la Marcha Verde había entrado en lo que entonces era el Sáhara Español y los ejércitos marroquí y mauritano habían penetrado en el territorio por el norte y el sur respectivamente. Aquella invasión militar provocó un éxodo masivo de la población saharaui. Ante la entrada a sangre y fuego de los dos ejércitos ocupantes, unas 40.000 personas abandonaron sus casas y dejaron atrás sus ciudades. Quien pudo, huyó hacia el desierto, donde los saharauis, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, eran perseguidos y bombardeados en su travesía incluso con napalm y fósforo blanco. Fueron unos meses de huida, de éxodo, de total desesperación, donde los hombres, también los más jóvenes, se unían a la resistencia engrosando las filas del Polisario.
En aquel momento, y con ese escenario tan adverso, el Frente Polisario tenía dos responsabilidades que asumir de inmediata urgencia. Una era la de resistir a los dos ejércitos de ocupación, el marroquí y el mauritano. La otra, la de ir recogiendo a la población saharaui desperdigada por el desierto para reagruparla y conducirla a los campamentos de refugiados que se iban formando al este del territorio.
Pero al Polisario, la historia le reservaba otro cometido más de la misma trascendencia que los dos anteriores e igualmente inaplazable y que determinaría el devenir de la historia del pueblo saharaui a partir de aquellos últimos días de febrero del ’76. La situación jurídica y política del Sáhara Occidental se había vuelto compleja. Por un lado, España, la potencia administradora del territorio, estaba a punto de abandonarlo definitivamente. Por otro lado, los dos países ocupantes, Marruecos y Mauritania, estaban dispuestos a todo con tal de hacerse con él.
En este contexto, el Frente Polisario tenía claro que no podía descuidar el inminente propósito de los firmantes de los Acuerdos Tripartitos de Madrid, que se disponían a oficializar lo pactado – la entrega del Sáhara Occidental por parte de España a Marruecos y Mauritania – a pesar de la disconformidad de las Naciones Unidas y de lo establecido en la legalidad internacional. Estaba previsto que España arriase su última bandera en el Sáhara el 28 de febrero de 1976, con lo que los dirigentes polisarios decidieron no dar opción a sus adversarios, aprovechar el vacío jurídico que significaba la salida de la metrópoli y adelantarse así a las intenciones de Marruecos y Mauritania. La proclamación de la República no se podía hacer esperar.
Un día antes, el secretario general del Frente Polisario, El Uali Mustafá Sayed “Luali”, había hecho unas declaraciones a la televisión argelina que anunciaban la celebración del acontecimiento, pero añadió un enigmático mensaje a sus palabras:
– Quisiera que esto lo emitierais en vuestro último servicio de noticias – pidió a los periodistas argelinos – porque así la gente dispondrá de tiempo suficiente para llegar a Bir Lehlu.
Con estas declaraciones, Luali estaba haciendo un llamamiento a todo el pueblo saharaui para que, quien pudiera, se acercara a esta pequeña localidad del norte del Sáhara Occidental. La proclamación de la República debía hacerse en el propio territorio saharaui y Bir Lehlu reunía los requisitos porque se encontraba en los llamados territorios liberados, es decir, fuera de la zona ocupada.
(…)
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