Texto: Mohamed Ali Ali Salem
Ilustración: Fadel Jalifa
Si le preguntas a un saharaui sobre su dolor interior causado por el largo exilio, el largo refugio, la diáspora, término desconocido en su lenguaje o el destierro, lo más probable y sin evadirse te respondiera con un verso en vez de palabras de desconsuelo.
Palabras para evaporar el desconsuelo)
Cuando dormir no puedas,
cierra los ojos
aunque tengas desgarradamente
desvelada el alma,
rehén del dolor,
un arañazo en el corazón.
Algo.
Algo que se te escapa,
que persigues en los pensamientos.
Algo.
Algo que no puedes retornar,
ni seguir,
ni esperar.
Y te sientes vacía,
ausente
y anidas en tu ausencia.
Tu ausencia de graznidos,
tueras, serpientes
y espinas que ocultan la rosa,
la rosa que tú eres
y te ves pequeña
y enormemente herida
y cabes en tu herida.
Cuando dormir no puedas,
cierra los ojos,
abre tu alma,
enciende tu voluntad
y busca…
Busca allí,
allí, tu rosa,
tu rosa separada
de malezas y espinas.
Admira su hermosura.
¿Ves?
Ves el rocío
que lentamente la acaricia.
Mírala…
Fíjate en su altivez,
su donaire.
Se siente digna,
digna de sí misma.
Se quiere,
se sabe apreciada
porque se quiere
se quiere a sí misma
y puede vencer al dolor
y puede cerrar los ojos
y dormir
porque cree,
cree en sí misma.
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