No saben leer, pero escuchan con suma atención, porque les encanta que les lean. No saben escribir, pero manejan los lápices de colores con entusiasmo de artista. A penas saben hablar, pero todo lo expresan con la mirada, con las manos… con todo el cuerpo.
No levantan dos palmos del suelo, pero son grandes observadores, todo les sorprende, todo lo preguntan. Van a la guardería acompañados por sus hermanos mayores, por sus vecinos, por algún adulto…y a la biblioteca con sus maestras. Y cuando llegan allí, todo un mundo de fantasía se abre ante ellos. Y ellos inundan la biblioteca de alegría.
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