FRANCIA Y LA LEYENDA DE LAHDAIA: Hembra del Buitre Negro del desierto) | El Portal Diplomático

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Mahayub Sidina
Mahayub Sidina
 
Reflexionando estos días, de manera informal, sobre la nueva situación en el Noroeste de África y el desastroso papel jugado por Francia en su putrefacción, recordé, entre una cosa y otra, una leyenda saharaui que dice que “Lahdaia (hembra del buitre negro del desierto, en Hasania) se ha ido de caza y al final del día trajo, a su nido, una serpiente que acabó devorando a sus polluelos.”
 
La idea que predominaba, con o sin razón, era que la región del Noroeste de África es una zona de influencia francesa debido a una serie de factores, tales como la herencia colonial, la afinidad cultural o los intereses geopolíticos. Por fortuna o por desgracia, geográficamente, el Sahara Occidental forma parte de dicha zona sin, por ello, sentirse comprometido, obviamente, con la idea en cuestión. No obstante, los saharauis han intentado, siempre, mantener un cierto equilibrio entre los diferentes intereses y sensibilidades en juego. Esta conducta pragmática, no exenta a veces de críticas, se plasma en el empeño de mantener la región al margen de las pretensiones foráneas y su, siempre al acecho, corolario intervencionista. Motivos no les faltaban para hacer todo lo contario.
 
Es cierto que, desde el primer momento, Francia enseño sus cartas; derramando, a diestra y siniestra, su hostilidad contra todo lo que es saharaui. Estuvo detrás de los ignominiosos acuerdos tripartitos de Madrid de 1975. Sus aviones Jaguar, procedentes de sus bases neocoloniales africanas, han intervenido varias veces contra las columnas del Frente Polisario. En las instancias internacionales, su veto era una amenaza continua como una espada de Damocles. A pesar de toda esta hostilidad manifiesta, los saharauis siempre han mantenido la serenidad y el “fair play”. Mas todavía, han hecho varios gestos de buena voluntad y de alto valor simbólico que, desafortunadamente, nunca fueron correspondidos. Como ejemplo, entre otros, podemos citar el respeto de los intereses franceses en la zona o la liberación, sin condiciones, de sus “cooperantes” hechos prisioneros en los teatros de guerra, donde no debían estar. El chantaje nunca formó parte de la cultura ni de la visión política del pueblo saharaui, bajo la dirección del Frente Polisario.  Su lucha es una lucha de liberación nacional genuina y limpia.
 
Si los sucesivos gobiernos franceses fuesen transparentes, consigo mismos y con los demás, hubieran informado a su opinión pública y al resto del mundo, de las cantidades astronómicas (sin contar otras prestaciones) desembolsadas, en los últimos años, a los grupos terroristas en concepto de rescates. La última operación opaca, de ese tipo, sigue haciendo correr ríos de tinta en Mali y más allá. La permisividad, para no decir complicidad, francesa con el tránsito de la droga la marroquí hacía los países del Sahel, es el principal motivo de su inestabilidad. Cada vez que surge un intento serio de investigar a los bancos, de su majestad (ami de la France) en África Occidental, por el lavado del dinero de dicho negocio sucio, Francia mueve sus redes para impedirlo. Sin embargo, los saharauis siempre han combatido, el crimen organizado y las indignas prácticas de lucrarse a cuestas de las miserias y sufrimientos humanos. Lo hacen por convicción y en pro de la estabilidad y la justicia en un mundo revuelto.

Después de 16 años de guerra y de casi 30 años de cese el fuego, la conducta, irresponsable e incomprensible, de Francia, en el seno del Consejo de Seguridad, convirtió al plan de arreglo ONU/OUA en papel mojado. Un plan aprobado, por unanimidad, por todos sus miembros, incluida la propia Francia, después de unas laboriosas negociaciones a diferentes bandas.  En aquel momento, los saharauis estaban en una posición que les permitía rechazarlo y exigir, como única solución, la retirada del ocupante sin condiciones.  Lo han aceptado, de buena fe, como contribución a la paz universal y como señal de confianza en los mecanismos multilaterales nacidos, con cesárea, de los escombros de la desastrosa Segunda Guerra Mundial. Lamentablemente, dicho gesto no fue valorado adecuadamente, ni por la ONU, ni por Francia, ni por el llamado “grupo de amigos del Secretario General sobre el Sahara Occidental”, de filiación desconocida.

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