Por Sidi Maatala/ECS
Madrid (ECS).- Durante las conversaciones que tuvieron lugar el pasado martes 25 de mayo de 2021 entre el secretario de Estado de EE.UU, Anthony Blinken, y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, en Jerusalén, el mapa del Sáhara Occidental, con sus fronteras internacionalmente reconocidas, apareció una vez más en el mapa del mundo que la oficina del Primer Ministro israelí adopta.
La presencia de este mapa en la oficina de Netanyahu pese a la protesta marroquí, confirma que la decisión de Trump de reconocer la supuesta soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental es solo una ilusión que solo tienen cábida en la imaginación del régimen marroquí, que en estos días ha abiertos conflictos diplomáticos con una serie de países europeos y africanos que se negaron a violar el derecho internacional en la región del Sáhara Occidental, un territorio no autónomo inscrito en la agenda de las Naciones Unidas como una región pendiente de la descolonización.
Por su parte, según reporta el digital saharaui Sumoud, el investigador marroquí Abdessalam Benaissa confirmó recientemente que la corriente aislacionista francófona que controlaba los engranajes del poder y la riqueza del país supo arrastrar a Marruecos al impasse, apostando por EE.UU y Francia, y con ellos Israel, y estaba tentando a los marroquíes, mintiendo y falsamente, con ellos Marruecos les garantizaría la soberanía sobre el Sáhara Occidental y más enormes inversiones occidentales.
El investigador marroquí destacó en un artículo publicado en un diario que los indicios, incluido lo ocurrido durante la última sesión del Consejo de Seguridad sobre el Sáhara Occidental, donde Washington ignoró por completo la declaración de Trump y no la promovió entre los miembros de los 15, confirma que el acuerdo que Marruecos concluyó con Trump fue abortado por la administración Biden, que por razones geoestratégicos evitan anunciar.
Indicó también que la diplomacia marroquí afronta su posición con la administración estadounidense desde una posición de debilidad, que no tiene más remedio con Washington que someterse a su voluntad.
El escritor marroquí pidió al Estado marroquí que admitiera su error cuando apostó por un reconocimiento estadounidense de la supuesta soberanía sobre el Sáhara Occidental durante en el final de su mandato.