El árabe hasaní guarda memoria de los tiempos en los que el Sáhara Occidental fue la provincia número 53 de España. Los saharauis del destierro continúan hablando de “chaleco”, “cuchara”, “chaqueta”, “sábana”, “tenedor”, “jarro” o “mesa”. Un ejercicio de preservación del castellano al que no contribuye institucionalmente España, la potencia que seguirá siendo la administradora del territorio ocupado por Marruecos hasta que se acometa un proceso de descolonización.

Para muchos saharauis, el idioma español es la última herencia de un período que acabó traumáticamente, con una infamia perpetrada por el régimen de un caudillo agonizante y que, ya en la etapa democrática, perpetuaron todos los gobiernos, de signos dispares. “Son los cubanos los que están ayudando a preservar el castellano. Ni siquiera en esto los españoles están ayudando”, deslizan dirigentes del Frente Polisario desde los campamentos de refugiados saharauis.

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