© Ricard Jiménez
Por Salamu Hamudi Bachri, periodista saharaui
Vacaciones en Paz. Un programa donde los hijos y nietos de aquellos, pudieron continuar ese hilo amical entre dos pueblos.
Muchos quizá conocéis la realidad del Sáhara gracias al proyecto de Vacaciones en Paz. Los niños, los mejores embajadores y a los primeros que se les debieran proteger sus derechos
— Spanish Revolution (@Spanish_Revo) January 7, 2022
Vacaciones por la paz
🖊️ Por @salamuh
📸 Por @Erre_deJota https://t.co/jHSLjsMFQQ
El 26 de febrero de 1976 salió el último soldado español del territorio de la entonces provincia 53 del Estado español. Llovió y mucho, desde aquella fecha en la que el Sahara Occidental pasó de ser una parte histórica y geográfica española, a convertirse en un asunto espinoso y difícil de digerir para la clase política, militar y empresarial de este país. Sin embargo, las huellas españolas en el desierto aún persisten. Ni el abandono, ni la descolonización inconclusa, ni el olvido, ni la inclemencia del tiempo, han podido borrar esa presencia. Pero sobre todo, ese vínculo ha perdurado gracias a las relaciones humanas; a las personas ajenas a las decisiones políticas y militares que se firmaron hace ahora 46 años.
Pero esos nexos casi fraternales, entre los colonos y los autóctonos, superaron el tiempo. Durante los años más difíciles, algunos saharauis recibían, a través de periodistas o comisiones médicas, cartas de sus excompañeros del Tercio; o del Colegio de La Paz de El Aaiún; o de exnovias. Hubo quienes se esforzaron en no romper esa amistad. Y gracias a ese empeño y perseverancia, nació uno de los proyectos de solidaridad más bello y humano: Vacaciones en Paz. Un programa donde los hijos y nietos de aquellos, pudieron continuar ese hilo amical entre dos pueblos.(…)
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