El orden mundial que nació con el abrazo de dos osos

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Por Leonardo Urrutia Segura | OPINIÓN
 
Barcelona (ECS). – El mundo en estos días está dejando de ser el mundo que es. Está acabando de transformarse en otro mundo. Y ya no será nunca más el mundo que era hasta ahora. La guerra en Ucrania es el punto de inflexión de un nuevo orden mundial. Un nuevo orden mundial, en cierto modo similar al de la llamada “guerra fría”, esa tensa paz entre dos grandes bloques dominadores del mundo, cualquiera de ellos con sobrada capacidad de acabar en pocas horas con la vida de miles de millones de seres humanos, incluso de hacer desparecer nuestra especie. Hasta estos días nuestro mundo estaba organizado en un modelo de orden que ha comenzado a caducar con esta guerra recién comenzada hace cuatro días. Un orden que se constituyó tras la segunda guerra mundial, se acentuó y se hizo bipolar con la construcción del muro de Berlín y el despliegue en palabras de Churchill del llamado Telón de Acero y se consolidó como un orden mundial unipolar tras la destrucción, precisamente de ese muro berlinés, como consecuencia del derrumbe de la Unión Soviética.
 
La guerra en Ucrania definirá un nuevo orden mundial que comenzó a constituirse desde que Teng Siao Pin (o si se prefiere Deng Xiaoping) lider supremo de China dijo aquello de que enriquecerse es glorioso planteando aquello de un país dos sistemas con la liberalización de la economía y el impulso de lo que denominó “las cuatro grandes modernizaciones” (Economía, Agricultura, Desarrollo científico y tecnológico y la Defensa nacional), es decir desde que China (es decir Deng Xiaoping) demostró, en lo político y en lo económico, que cazar ratones no depende del color del gato, sino de su hambre, es decir de su necesidad o necesidades, de sus apetitos varios. Y de su habilidad cazadora, es decir, del mantenimiento y desarrollo de sus “artes” de supervivencia.
 
China le lleva al resto del mundo una delantera importante y trascendental en tecnología electrónica. Y consecuentemente, su comercio en cuanto a creación y amplitud de mercados en los cinco continentes, lleva una total delantera a todos los demás países, tanto los del hemisferio oriental como los del hemisferio occidental. Es una evidencia que el crecimiento de la economía china avanza en todas direcciones con un crecimiento continuo e imparable. Y no me refiero a sus comercios del todo a cien, a dólar o a euro, repartidos por el mundo. Ni a sus restaurantes sin apenas clientes, pero siempre abiertos que, más que negocios de gastronomía semejan inteligentes inversiones mobiliarias, del mismo estilo y filosofía económica que sus inversiones financieras también en todo el mundo, pero principalmente en Estados Unidos. No me refiero a ese nivel, ya de por si elevado y determinante, me refiero al mundo de las finanzas y del dinero con garantías reales.
 
Y esto no lo digo como experto en economía, que no lo soy, obviamente, ni como experto en geopolítica que lo soy menos todavía, lo digo porque los sabios de la cuestión lo están afirmando. Y con datos. Incluso de acuerdo al ritmo con el que China crece, fijan una fecha a 6 años vista: 2028.
 
En el año 2028, sostienen los expertos que la primera potencia económica, cultural y espacial del mundo será la República Popular de China. Para entonces ya, simbólicamente, se habrá terminado de “merendar” a los Estado Unidos. Porque realmente habrá ocupado su puesto como primera superpotencia mundial.
 
Sin embargo, personalmente creo que esa realidad se hará efectiva después del fin de la guerra en Ucrania. Fin que será próximo y vendrá de la mano de las “cariñosas presiones, consejos y orientaciones” de China a su socio más importante: Rusia. Y por el modo (lo comentaré en otro artículo) en que esta guerra se está desarrollando especialmente en lo que hace a supuestas aplicaciones en combate de los últimos avances en tecnología militar y espacial.
Es evidente que el Imperio norteamericano está débil. Sobre todo porque sigue gastando en sus enormes ejércitos y medios militares, repartidos por todo el globo, una monstruosa cantidad de dinero que no tiene. La mayor parte de ese dinero es deuda. Es decir es dinero que debe. Un dinero que constituye una bolsa cada vez más grande de débito. No existe ningún país en el mundo que proporcionalmente gaste tanto de su P.I.B. y del dinero (que no es suyo y debe, repito) en lo todo lo concerniente al plano militar. (Así es el capitalismo. Tanto para los países como para las personas: Usted compre hoy y pague mañana, pero no le diremos que pasado mañana la ruina se lo comerá vivo y enterito a usted, porque nosotros cobraremos como sea. Sépalo).
 
La cosa, según se sabe, es que USA, en 2020, cerró su año fiscal con un déficit de tres trillones de dólares. Lo que vendría a ser casi cuatro veces más que la suma de toda la economía española actual. Teniendo en cuenta que el PIB de nuestro país cerró el año pasado (2021) con un monto de 1.202.994 millones de euros. Y España, proporcionalmente, no tiene tantos indigentes como USA, que tiene 50 millones de personas sin nada. Es decir que, por esta y otras muchas causas y razones, la guerra en Ucrania finalizará con el inicio absoluto de una nueva era política, social, económica y militar que conformará un nuevo orden mundial y otras reglas de juego en las relaciones internacionales. Un orden en el cual la Unión Europea, seguirá pintando lo que pinta hasta ahora en el panorama mundial en esos planos referidos: Nada. Salvo el papel de su representante o presidente: el papel de la triste figura haciendo un poquitín el ridículo cuando habla de ponerle sanciones a Rusia. Si supiera el señor Borrell lo que imagino que piensan los rusos de eso, dejaría de decir lo que dice, para que dejaran de reírsele los acólitos de Putin. Sobre todo cuando lo dice de esa forma tan seria y circunspecta con su macarrónico inglés.
 
Estados Unidos seguirá perdiendo fuelle, por muchas guerras que provoque para mantener su complejo militar-industrial. Complejo que es el verdadero amo y señor de USA (en palabras de quien fue jefe supremo de las fuerzas aliadas en la segunda guerra mundial y luego presidente de su país, el señor Dwight D. Eisenhower, defenestrado como el mismo denunció por ese ente monstruoso, poderoso y peligroso que une tecnología, dinero, ejercito y armas. Sí Eisenhower, aquel que mantuvo a nuestro dictador en el poder a cambio de endiñarnos sus bases militares.
 
Sí, USA pierde fuelle. Y no sabe qué hacer ante la agresiva resolución del Kremlin en la cuestión ucraniana. Entretanto China y Rusia por esa cuestión ucraniana se abrazan en público, política y sólidamente como simples amigos. Pero en secreto lo hacen, como novios furtivos, como adolescentes que no quieren ser vistos, porque su unión es más seria y profunda de lo que parece. Y es por eso que Rusia y China convierten su natural unión geográfica y territorial en mucho más que una realidad de vecindad geofísica, pues convierten esa cercanía física en una cercanía política, en una entente que hará que en los futuros libros de historia se hable de la guerra ruso-ucraniana como una guerra mundialmente trascendental que marcó un “antes” y un “después” en el curso de la historia militar, espacial, económica y política de este puñetero planeta en los inicios del siglo XXI. Y será así, dirán nuestros futuros congéneres, porque el fin de esa guerra inauguró en los primeros días de Marzo del año 2020, el actual Orden Mundial que disfrutamos.
Y el caso es que podrá decirse el día de mañana que ese orden mundial nació con el abrazo de dos osos muy amorosos: Un oso Panda y un Oso Siberiano que acabaron cruzándose, formando una gran familia y teniendo muchos ositos. Muchos ositos también muy amorosos.

Origen: El orden mundial que nació con el abrazo de dos osos.