Si las lluvias siguen por la noche, es muy probable que lleguen a Dajla. Por precaución es mejor que salgan de la zona”. Ese había sido el aviso que las autoridades saharauis habían dado a los vecinos de la wilaya esa misma noche, doce horas antes de que el aviso se convirtiera en calles bañadas en agua y tierra, casas dañadas, algunas que se sumergían por completo, grupos de protección llegando a los barrios a primera hora de la madrugada, reparto de tiendas, mantas, comida, agua y unos días posteriores de camiones recorriendo los cerca de 150 kilómetros desde Tinduf hasta Dajla cargados de ayuda humanitaria. Porque sí, la lluvia siguió por la noche. Pero antes de todo eso, Manna Azman, de 41 años, pensó que aquel agua que entraba por toda su casa era un adelanto de lo mismo que sucedió en 2015, cuando los campamentos sufrieron unas lluvias torrenciales que afectaron a 25.000 personas, como alertó la Agencia de la ONU para los refugiados.

En la hamada argelina las lluvias van en cuentagotas, pero cada diez años esta tónica se rompe y las inundaciones saquean los campamentos de población refugiada saharaui. Las fechas encajaban. No esperó a comprobarlo. Salió de su daira (municipio), Gleibat-el fula, en el barrio 1, junto con su marido, de 70 años, y sus siete hijos y se dirigieron a las dunas fuera del campamento. “Toda la gente se fue para ahí”, recuerda. Desde ese lugar los vecinos de Dajla vieron como las inundaciones penetraban por la wilaya, las dairas, los barrios, sus casas.

Azman cuenta estas horas junto con otras once mujeres, que han creado un grupo de Whatsapp para darse apoyo, al que hay que añadirle otras siete mujeres más. “Lo primero que pensé fue en mi familia”. Es uno de los mensajes que más se repiten entre las afectadas. Ahora las personas evacuadas viven en una zona segura, en los alrededores de Dajla, en tiendas de campaña de emergencias proporcionadas por las autoridades saharauis y argelinas.

Según los últimos datos de la Media Luna Roja Saharaui, 520 familias han sido afectadas (alrededor de 3.000 personas afectadas), 141 han perdido sus casas por completo; 35 con más del 85% de sus hogares dañados y 344 con daños parciales aunque con mayor optimismo de recuperación. “Son días difíciles. Dajla fue afectada gravemente por las inundaciones de 2015 y era una experiencia que nadie quería que se repitiera. aunque no ha sido con la misma escala que en 2015”, rescata Sidahmed Mohamed Fadel Bujers, director central de Voluntariado, Primeros Auxilios y Emergencias de la MLRS.

Cronología

“Ya estábamos avisados de que habría una ola de lluvias en toda la zona, desde Mauritania hasta Beisark, Argelia. Se trata de una extensión considerable, de aproximadamente 1.600 kilómetros de longitud y en la que se encuentran, desgraciadamente, los campamentos saharauis en medio”, señala Mohamed Fadel Bujers. Las lluvias empezaron la noche del 18 al 19 de septiembre de manera generalizada en las cinco wilayas, aunque Dajla sufrió la de mayor intensidad. Tras varios días sin descanso, los techos de las casas apenas soportaban el peso del agua acumulada y las infraestructuras se encontraban dañadas. Sin embargo, lo que verdaderamente daría el golpe cogía impulso desde el oeste. “El problema en Dajla no fueron las fuertes lluvias, sino unas inundaciones provenientes de un río a más de veinte kilómetros”, revela el experto.

El caudal del río llegó en la madrugada y alcanzó a todas las dairas, pero Yrefia y Argoub se llevaron la peor parte. El 58% de las familias afectadas provienen de estas dos áreas, con un 29% respectivamente. “Si las inundaciones se hubiesen producido por la noche hubiese habido un caos enorme”, reconoce. El preaviso y la rápida reacción de las autoridades y la población evitó daños mayores. “Tenemos un plan de contingencia a nivel nacional para afrontar crisis y emergencias. Lo activamos desde las primeras lluvias a comienzos de septiembre y lo hemos mantenido por el aviso que teníamos de las próximas lluvias a finales del mes”, asegura. En un ejercicio de coordinación, grupos de protección civil se encontraban a primera hora de la madrugada en Dajla para reaccionar en cuanto aparecieran los primeros indicios. En las primeras horas, se repartieron 300 jaimas a las personas desplazadas y se fue completando con comida, agua, mantas y más tiendas. Tras 72 horas en las que los esfuerzos se concentraron en asegurarse que no hubiera amenazas para la vida de los vecinos y abastecerlos de lo necesario, a partir de esta semana se llevará a cabo una evaluación para conocer en detalle las consecuencias y dar una respuesta lo antes posible a las familias que lo han perdido todo.

Todavía es pronto, pero Mohamed Fadel Bujers y su equipo calculan que hay dos o tres escuelas “gravemente afectadas”. Por el momento, el sistema educativo en Dajla se ha paralizado al menos durante una semana. Mohamed Fadel Bujers se mantiene cauto a la hora de emitir un pronóstico. Su cabeza se centra en las familias, en especial, las 141 cuyas casas han sido devoradas. “Nuestro objetivo ahora mismo es ayudar con urgencia a que esas familias tengan al menos un hogar. Una familia de cinco o seis miembros no pueden estar en una tienda todo el año. Nuestros ingenieros calculan que el coste será de unos novecientos mil hasta un millón de dólares”, aproxima.

Por el momento, no existe información fiable que asegure nuevas lluvias, aunque, como recuerda Mohamed Fadel Bujers, “estamos en el primer año del periodo en el que se supone que va a haber más lluvias. Pueden ocurrir a finales de este año, en 2025 o 2026”.

La ayuda desde navarra

En cuanto se conoció la noticia, la Media Luna Roja Saharaui envió un comunicado a las ONG que operan en los campamentos solicitando apoyo. La Asociación de Trabajadores y Técnicos de Navarra (ATTsF) respondió enviando un unimog a la zona afectada. “Se desplazó para labores de reparación, arrastre de vehículos y envío de alimentos a zonas a las que otro tipo de vehículos más pesados no podían acceder”, explica Eduardo Irigoyen, director de ATTsF. También la entidad navarra ha apoyado con 2.500 euros para el alquiler de siete vehículos ligeros cuatro por cuatro que distribuyan alimentos y pagar viáticos a voluntarios de la MLRS que han aparcado sus respectivas obligaciones para ayudar durante las inundaciones. La última acción hasta el momento realizada por la ONG ocurrió el pasado jueves, cuando doce camiones de la Base de Transporte transportaron ayuda humanitaria desde el aeropuerto de Tinduf hasta Dajla. “Hay que agradecer también a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo por no poner pegas a que se utilicen recursos que están siendo financiados por ella para una labor que es complementaria a su propósito principal, en este caso, la distribución ordinaria de alimentos a las wilayas”, recalca Irigoyen.

Las acciones de ayuda se encuentran ahora mismo “en la fase inmediata de emergencia y luego llegarán fases sucesivas de estabilización, reconstrucción y se van a requerir recursos importantes para eso”, como pronostica Irigoyen. Y añade que: “Hacemos campañas de recogidas de material de construcción, incluso material escolar, en una gabarra para aportar cuando llegue esta etapa”. Si se desea colaborar, se puede contactar con la ONG a través de su web, cuenta en Instagram o Facebook.

Cuando se le pregunta a Azman si espera volver al que era hogar, responde que “mi casa ya no tiene fuerzas para soportar”. Todas coinciden. Najma Lehbib, Jnaca Lala, Malada Moha Saleh, Deiga Brahim Mahmud, Sahaba Ierha, Genaza Sidahmed Yame, Enteita Mohamed Salem, Fatimetu Brahim Mahmud, Boiba Mohamed Salem, Munina Mohamed Salem, Seiluka Bachir Yame…

Dajla es una de las cinco wilayas y la más alejada del resto que forman los campamentos de población refugiada saharaui, en los que se estima que viven 173.600 personas refugiadas, según el Alto Comisionado de Naciones para los Refugiados en 2018. El pueblo saharaui sobrevive desde hace casi cincuenta años en el exilio, en una zona que llega a alcanzar casi los cincuenta grados en verano.