Mi respuesta al embajador de Francia en Rabat que exhibe el mapa del «Gran Marruecos»

Mi respuesta al embajador de Francia en Rabat que exhibe el mapa del «Gran Marruecos»

6 de septiembre de 2025 – No te olvides del Sáhara Occidental

La embajada de Francia en Rabat ha cruzado una línea roja. En un vídeo difundido el pasado 1 de septiembre en la red X (antes Twitter), el embajador Christophe Lecourtier apareció sonriente frente a un caballete que mostraba un mapa del llamado “Gran Marruecos”. Esa representación, idéntica a la cartografía que difunde el régimen marroquí, borraba las fronteras reconocidas internacionalmente y se apropiaba no solo de la totalidad del Sáhara Occidental ocupado, sino también de vastas áreas de Argelia, Mauritania y Malí. Una puesta en escena aparentemente banal que es, en realidad, una grave provocación y una afrenta al derecho internacional.

El periodista argelino Mohsen Abdelmoumen, en un artículo demoledor publicado en Algérie Patriotique y en La Nouvelle République el 5 de septiembre de 2025, denunció con claridad esta deriva. El embajador francés, escribe Abdelmoumen, se ha convertido en “cartógrafo improvisado” y en propagandista de las tesis expansionistas del majzén. No se trata de un error de protocolo, sino de una muestra más de la complicidad histórica de Francia con el régimen marroquí, al que utiliza como peón en su estrategia contra Argelia y como instrumento para perpetuar un colonialismo reciclado en nuevas formas.

El mito del “Gran Marruecos” no tiene ninguna base histórica. Es una invención del colonialismo francés en el siglo XIX y principios del XX, cuando París amputó territorios argelinos sin consultar a su pueblo y los cedió a Marruecos. Ese artificio, carente de legitimidad, ha sido convertido por Rabat en ideología de Estado, con la obsesión de expandirse hacia sus vecinos y de mantener por la fuerza la ocupación del Sáhara Occidental. Que un embajador francés se exhiba ante ese mapa confirma que París continúa defendiendo los delirios expansionistas de su aliado marroquí.

Esta actitud supone un insulto directo no solo a Argelia, sino también al pueblo saharaui. Francia, que se proclama defensora de los valores universales, se coloca una vez más en el lado equivocado de la historia, avalando el colonialismo y la negación del derecho de los pueblos. Mientras Naciones Unidas mantiene al Sáhara Occidental en la lista de territorios pendientes de descolonización desde 1963, y mientras la Corte Internacional de Justicia y los tribunales africanos y europeos reiteran que Marruecos no tiene soberanía sobre el territorio, el embajador Lecourtier blanquea la ocupación marroquí mostrando un mapa que no es más que propaganda imperialista.

El pueblo saharaui conoce bien estas maniobras. Durante cincuenta años ha resistido contra la ocupación marroquí y contra las complicidades internacionales que la sostienen. Francia ha jugado un papel central en ese entramado, blindando diplomáticamente a Marruecos en el Consejo de Seguridad, apoyando sus aventuras militares y respaldando su política de represión contra los saharauis en los territorios ocupados. Con la provocación de Lecourtier, París muestra que su apuesta no es la legalidad, sino la complicidad con los crímenes coloniales.

Pero ni mapas falsificados, ni embajadores arrogantes, ni acuerdos económicos ilegales podrán cambiar la verdad: el Sáhara Occidental no es marroquí y nunca lo será. El derecho internacional sigue siendo claro: el pueblo saharaui es el único titular del derecho a decidir libremente su futuro. Las fronteras africanas, reconocidas por la Unión Africana, no se trazan con el capricho de una embajada ni con los delirios expansionistas de un majzén que imita a la entidad sionista en Palestina con su sueño imposible de un “Gran Marruecos”.

Este episodio revela, además, una contradicción flagrante. Francia, sumida en una profunda crisis política, social y económica, con una deuda descomunal y un régimen cuestionado desde dentro, recurre a la vieja táctica del colonialismo: señalar enemigos externos y reforzar a sus vasallos en el Magreb para desviar la atención de sus propios problemas. La historia demuestra, sin embargo, que las naciones que intentan perpetuar el colonialismo terminan cayendo junto a sus imperios.

Hoy más que nunca, la respuesta debe ser firme: el pueblo saharaui y el pueblo argelino no aceptarán provocaciones ni concesiones sobre su soberanía. El Sáhara Occidental es un territorio pendiente de descolonización, y el embajador de Francia en Rabat, con su torpe exhibición, no ha hecho más que recordar al mundo que la complicidad con el colonialismo sigue viva en las cancillerías europeas. Frente a ello, la unidad, la resistencia y la fidelidad a la verdad histórica son las únicas armas legítimas.

La conclusión es categórica: la diplomacia francesa se ha convertido en cómplice de la ocupación marroquí. Pero la verdad es más fuerte que la propaganda. Ni embajadores ni mapas adulterados podrán borrar lo que dicta el derecho internacional: el Sáhara Occidental no es marroquí ni lo será nunca.

📌 Fuente: Mohsen Abdelmoumen, “Ma réponse à l’ambassadeur de France à Rabat qui affiche la carte du ‘Grand Maroc’”, publicado en Algérie Patriotique (5/09/2025) y en La Nouvelle République (5/09/2025).

No te olvides del Sahara Occidental