Ante las “victorias” diplomáticas marroquíes: Argelia debe revisar su estrategia y armar política y técnicamente al pueblo saharaui
En las últimas semanas, la prensa internacional ha reportado ampliamente un nuevo «éxito» diplomático marroquí: el Reino Unido, según se informa, ha cambiado su tono sobre la cuestión del Sáhara Occidental, mostrando un apoyo implícito al plan de autonomía propuesto por Rabat. Este anuncio forma parte de una serie de reposicionamientos similares por parte de varios ministerios de Asuntos Exteriores occidentales. Pero tras esta fachada de reconocimiento diplomático se esconde una realidad menos gloriosa: estas supuestas victorias marroquíes son, sobre todo, resultado de concesiones económicas y estratégicas realizadas por Rabat a las grandes potencias. Marruecos está vendiendo «su Sáhara» y, con él, su independencia estratégica.
Cuando Rabat intercambia soberanía por membresía
Debemos ser claros: lo que Rabat presenta como triunfos diplomáticos a menudo no es más que el resultado de negociaciones comerciales encubiertas. ¿Qué ha prometido Marruecos para ganarse el favor del Reino Unido? ¿Acceso preferencial a los recursos minerales, energéticos y pesqueros del Sáhara Occidental? ¿Asociaciones militares o bases logísticas para las potencias occidentales?
Desde Washington hasta Londres, pasando por Madrid, cada reconocimiento o apoyo al plan de autonomía marroquí ha venido acompañado de un acuerdo económico, una ventaja geoestratégica o cooperación en materia de seguridad. Esto no es casualidad. Marruecos no avanza solo: avanza contrayendo deuda política y económica con potencias que ven el Sáhara Occidental como una tierra para explotar, no como un pueblo que liberar.
Argelia: una postura noble, pero una estrategia que hay que repensar
Ante esta oleada de alineamientos oportunistas, Argelia ha mantenido una línea de principios: la del derecho de los pueblos a la autodeterminación. Nuestro país se niega a sacrificar sus convicciones por favores o promesas vacías. Pero esta nobleza ya no basta. Ya no basta con ser justos. También debemos actuar con eficacia.
Hoy en día, Argelia sigue siendo el principal apoyo del Frente Polisario. Pero, paradójicamente, limita su margen de maniobra. Para evitar parecer beligerante, limita las capacidades militares saharauis: prohíbe el uso de drones, misiles de largo alcance y ataques estratégicos. ¿El resultado? Un statu quo militar que beneficia al ocupante marroquí.
Hay que decirlo claramente: al controlar las decisiones del Frente Polisario, impedimos que imponga un nuevo equilibrio de poder sobre el terreno. Y es precisamente esta ausencia de presión militar la que permite a Marruecos proseguir con su diplomacia de resignación y compra de alianzas.
Es hora de un reequilibrio estratégico
El apoyo argelino al pueblo saharaui debe evolucionar. Esto no significa abandonar la diplomacia, sino todo lo contrario, sino combinarla con una presión real sobre el terreno. Permitir que el Frente Polisario utilice todos los medios modernos a su disposición, incluidos drones y armas disuasorias, cambiaría profundamente la situación. Es esta asimetría militar la que Rabat está explotando para imponer su discurso.
La historia contemporánea nos enseña que ninguna causa de liberación nacional ha triunfado únicamente mediante resoluciones o comunicados. La propia Argelia no se liberó mediante notas verbales, sino mediante el sacrificio de sus hijos y una feroz resistencia armada.
Recuperar la iniciativa: un deber histórico
Es hora de que Argelia asuma plenamente su papel histórico, no como guardián del Polisario, sino como garante de su libertad de acción. Es hora de pasar de una postura de apoyo pasivo a una estrategia activa, audaz y ofensiva.
Debemos dejar de aceptar los anuncios diplomáticos marroquíes como inevitables. Todo «reconocimiento» extranjero del plan de autonomía debe ser contrarrestado con contundentes acciones políticas, militares y mediáticas. Es imperativo reinvertir en los ámbitos africano, latinoamericano y asiático, pero también reavivar la llama de la resistencia sobre el terreno.
Conclusión: elegir la lealtad a nuestros principios, pero también a nuestra eficacia
Argelia nunca ha comprometido sus valores. No lo hará hoy. Pero ya no puede conformarse con ser el baluarte moral de una causa que ella misma frena estratégicamente. Ha llegado el momento de armar política y técnicamente al pueblo saharaui. Porque en el mundo actual, las causas justas solo triunfan si se defienden con fuerza, audacia y autonomía.
Por Belgacem Merbah